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Fondo Norte

Babel evita la vuelta a la normalidad

El Sporting muestra tres caras: mala en el primer tiempo, mejor en el segundo y floja al final

Se le pedía al Sporting en La Coruña una vuelta a la normalidad tras las tres derrotas seguidas de la semana trágica. Se le pedía la aplicación de la media inglesa y el regreso a las impresiones, buenas impresiones, de las tres primeras jornadas. El Sporting, en efecto, volvió a la normalidad, con una derrota en el descuento, otra derrota cruel tan parecida a tantas otras de última hora, por culpa de un tirazo de Babel, ese jugador que se ha venido a Riazor a ver si recupera parte de las glorias del pasado. Un tirazo mal defendido porque en el alargue de un partido empatado no es permisible que un rival pueda rematar con tal comodidad.

El Sporting, en efecto, recuperó en Riazor al calor de una Mareona decepcionada que, por cierto, no se vio en la tele por culpa sin duda de algunas extrañas indicaciones que exigen ocuparse sólo de lo que pasa en el campo como si el espectáculo no fuera más amplio, su fea costumbre de mostrar varias caras a lo largo del partido. En el primer tiempo los del gran timonel no existieron en ataque hasta el minuto 44. Mejoraron notablemente en la segunda parte y cuando parecía que tenían al rival controlado e iban a por la victoria tras el gran cabezazo de Sergio Álvarez, no fueron capaces de aguantar el arreón final de los gallegos, que encontraron un tesoro en el tiro de Babel, imposible para Cuéllar, autor en el primer tiempo de dos sensacionales paradas.

Porque en el primer tiempo, damas y caballeros, señoras y señores diputados, el Deportivo se puso las botas en los saques de esquina o de falta. A todos los balones altos llegaban los locales. En una falta, con balón alto, remate, rebote en los dos centrales y aparición de Borges para cruzar a gol. Aquello se veía venir porque en el Sporting, como ayer en el PSOE, no mandaba nadie. Abelardo había contado con Dani Ndi y con Babin, éste sin duda por las molestias de Amorebieta, pero ni éstos ni el resto de los llamados a hacerlo, fueron capaces de coger el timón del equipo. Como diría Javier Clemente, al equipo se le veían buenos conceptos en las salidas al contragolpe, pero los errores en el pase eran continuos. El descanso llegó con un baño de pesimismo rojiblanco, anoche negro el uniforme.

Tras el descanso, apareció el Sporting de la buena cara, con llegadas frecuentes al área de Lux y con el habitual suplicio arbitral de De Burgos que acentuaba sus tintes caseros con continuas tarjetas a los gijoneses que, acostumbrados, siguieron a lo suyo. Y lo suyo un saque de esquina perfecto: balón al primer palo y cabezazo ganador de Sergio Álvarez. La segunda cara del Sporting, la buena, había aparecido y duró algunos minutos. Duró hasta que Garitano recurrió a Babel que, metido en la segunda línea de ataque, revitalizó a un Deportivo que estaba siendo inferior. Él fue quien cerró la cura con el golazo que no se olvidará en La Coruña como si hubiera sido de Rivaldo, Bebeto o Djalmina. En el amplio mundo rojiblanco habrá que olvidarlo pronto porque significó la cuarta derrota consecutiva y porque va a abrir dudas sobre un equipo que, como todos, va a parar quince días.

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