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Pablo González

Cuando todo falla, Mariño

El meta gallego es ya sin duda una pieza clave en el Sporting

Cuando no hay manera de dar dos pases seguidos, de pisar el área rival con peligro o que el único espectáculo de la tarde sea ver a la estrella del equipo enfilando el banquillo bajando a todos los santos en un ejercicio de desesperación, sólo queda atarse bien el calzón del uniforme, esperar que corra el reloj y que el de enfrente no tenga el día. Y si todo falla y el plan se viene abajo, lo primero es contar con un seguro a todo riesgo.

La póliza multirriesgo del Sporting tiene nombre: Mariño. El meta gallego lleva toda la temporada ganando puntos para la causa de los de Baraja. Pero en los dos últimos partidos de los rojiblancos ha demostrado que ya es sin duda alguna una pieza básica en el esquema del Pipo. En Pucela salvó un gol cantado que hubiera sido el empate, y ayer en el Carranza sacó una mano milagrosa que hubiera acabado, viendo la incapacidad demostrada por el Sporting para crear peligro, con los gijoneses mordiendo el polvo tras dos meses de victorias.

Cerradas las dos semanas viajeras con cuatro de seis puntos, el Sporting sigue en lo más alto. Los rojiblancos supieron ayer en Cádiz aguantar el resultado y controlar la ansiedad que tiene que producir conocer que los más inmediatos perseguidores -Rayo y Huesca- no aflojan. Y eso que los de Rubi parecían desinflarse, pero en Tenerife -¡qué cosas!- el cedido Moi Gómez acudió al rescate de los oscenses.

Llega la hora de las calculadoras y de controlar al milímetro el calendario de los rivales. Aunque lo único que vale ahora es ganar al Albacete en la vuelta a El Molinón y no fiarlo todo a Mariño, aunque también sume... y mucho.

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