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Si ésa fuera la materia...

La necesidad de una semana dedicada a la salud emocional en lugar de a la salud cardiaca

Qué preguntaría yo? Porque preguntar, seguro que preguntaría. Sí. Si ésa fuera la matería? si el corazón y sus misterios fueran la materia a estudiar, seguro que preguntaría. Pero ¿sería yo una alumna aventajada? ¿Sería yo de las interesadas, de las que se sientan en primera fila y clavan sus ojos en el profesor preguntado con la mirada incluso cuando en sus explicaciones no haya motivo para la interrogación? ¿Sería de ésas? ¿Lo sería? ¿O quizá sería de las que prefieren la medianía? Sí, esas que silla arriba, pupitre abajo no pasan de la décima fila, y ahí en medio, en la comodidad de saber que hay unos cuantos por delante, dejan que discurra lento el calendario escolar y, a veces, hasta la mismísima vida...

¿Sería yo de ésas o tal vez de las graciosillas? Sí, ya saben, de las que se sientan al final de la clase. Las que no atienden más lección que la de la egolatría y a lo que se dedican, principalmente, es a apostillar al profesor buscando la risa grupal. ¿Sería yo de ésas? ¿Lo sería? Y de serlo, ¿de qué me reiría? Porque yo esto del corazón siempre me lo he tomado muy en serio. Vamos, muy a pecho, diría.

Eso, claro, si tratara de esa materia, que no es el caso porque de lo que sí que ha tratado la semana del corazón que se ha celebrado en Gijón durante los últimos días es de la salud cardiovascular. Sin embargo, al ver el panfleto que publicitaba el evento, con ese corazón rojo pasión al que sólo le faltaban flechas o el tronco de un árbol, no pude dejar de imaginar lo atractivo que sería una semana no destinada a la salud física de nuestro corazón, como propone el Patronato Deportivo Municipal en colaboración con la Fundación Española del Corazón, la Sociedad Asturiana de Cardiología y la Sociedad Española de Cardiología, sino una semana dedicada a su salud emocional.

Es decir, que, en vez de actividades físico-deportivas, conferencias de hábitos saludables o la instalación de puntos de evaluación cardiovascular por la ciudad, lo que se hiciera en esa semana fuera una pequeña reflexión en torno a las idas y venidas, caprichos, sinsentidos y contradicciones de ese músculo que nos mantiene vivos y que, a veces, nos mata en vida.

Una semana en la que los temas a tratar fueran, por ejemplo, la educación sentimental; esa que debería formarnos en ver, reconocer y respetar a los otros para saber desenvolvernos mejor en este mundo comunal en el que vivimos. Eso, o la diferenciación entre el amor pasional y el control, la posesión o la sumisión, que nada tienen que ver con quererse mucho y muy pasionalmente, y que en tantos dramas y finales violentos llega a desembocar.

Sí, estaría bien, por ejemplo, que en esa semana se repasasen grandes historias de amor; pero no sólo las de amor parejil. Tan bien las de amor fraternal, paternal/maternal, humanitario, de amistad... porque el amor mueve el mundo, pero ni hay que tener pareja ni hay que tener familia para ser una persona llena de amor que lo ayude a girar.

¡Ah, sí! Y también se me ocurre que estaría bien hablar de por qué se llama precisamente "prensa del corazón" a esas revistas y esos programas de televisión que a lo que se dedican, en realidad, es a exaltar el arte de despellejar, criticar o censurar a los demás. Y, bueno, como la OMS recomienda 150 minutos semanales de actividad moderada en la población adulta para mantener sano nuestro corazón, pues en esta otra semana lo que se recomendaría sería destinar justo, justo los mismos minutos semanales a hacer el amor.

Esto, claro, si ésa fuera la materia... si el corazón y sus misterios fueran la materia a estudiar.

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