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Musicólogo | Crítica / Música

Toda una vida creciendo con Bach

Antonio Baciero ofreció al piano un recital consagrado al compositor alemán

Cuando en música se habla de una trayectoria prolongada y consolidada, generalmente se alude a un artista que lleva varias décadas de actividad. Pero en el caso de Antonio Baciero sería más correcto hablar de toda una vida dedicada a la música. La actividad profesional se mezcla con la trayectoria vital de este pianista burgalés que lleva setenta años sobre los escenarios dando vida a compositores españoles, como Soler o Antonio de Cabezón (de quien grabó la obra completa para Hispavox), y europeos como Haydn o Mozart. Pero, sin duda, es J.S. Bach el que le ha acompañado durante su carrera, tanto al piano como al órgano. El pasado miércoles, Baciero dio una lección de expresividad interpretando un programa dedicado íntegramente al maestro del barroco alemán, demostrando el grado de entendimiento de un lenguaje musical complejo que en sus manos fluye con total naturalidad.

Fue un concierto dedicado a la memoria de Francisco Vizoso, gijonés melómano y dinamizador de la vida musical de la ciudad, que habría disfrutado enormemente del recital. La "Suite francesa nº 4" de Bach nos introdujo en el aire contrastante que predomina en estas colecciones de danzas; un contraste cargado de expresividad dinámica y juegos con la regularidad rítmica sin caer en manierismos afectados y respetando la estética barroca. Esta pieza es heredera de la música francesa para tecla del momento, y en varios pasajes se puede adivinar un carácter galante en el aire de la melodía, especialmente dulce y delicada. Sin embargo, también se encuentra la estructura fugada característica del barroco, por ejemplo en la Gigue, en la que se multiplican las voces.

La Chacona de la "Partita para violín nº 2" sonó en la adaptación para piano que Busoni elaboró a finales del siglo XIX. El lenguaje romántico se combina a la perfección con el espíritu barroco original incorporando texturas complejas propias de un Brahms y el virtuosismo de un Liszt. Es una pieza con un amplio registro melódico en el que la fuerza y la solemnidad se mezcla con la melancolía y el sentimiento romántico. Fue un cierre de la primera parte por todo lo alto, y Baciero tuvo que volver a la escena para recoger la ovación.

La segunda parte fue íntegramente para la "Partita nº 6" de Bach, una pieza de madurez en la que la armonía transcurre por modulaciones no convencionales para el barroco en los diferentes desarrollos temáticos de cada número. Una colección de danzas muy estilizadas en las que es difícil encontrar la regularidad que exige el baile y en las que prima ante todo la voluntad de expresar. Así la interpretó Baciero, como un encuentro de emociones en el que consiguió imprimir carácter incluso al, en ocasiones mecánico, "perpetummobile". La ovación fue aún más prolongada que en la primera parte, y Baciero correspondió siendo generoso en las propinas.

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