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Profesor de Geografía e Historia

Crítica y acción

Una semana con insultos en las redes sociales, sectarismos y problemas sin resolver

El péndulo del reloj de pared se balancea de un extremo al otro. Parece que ahora una de las modas es insultar a través de las redes sociales, de izquierdas o de derechas, del Madrid o del Barcelona, pro-aborto o anti-aborto, pro-taurinos o anti-taurinos. Como si por ser nuevas tecnologías tuviéramos impunidad para faltar al respeto de manera caprichosa y reiterada, con total impunidad, confundiendo no ya broma simpática con mal gusto pesado, sino con ofensa o acoso. La tecnología nos ofrece nuevas posibilidades y mejora la telecomunicación -televisión, ordenador o teléfono móvil-; no es en sí misma moralmente buena ni mala, depende del uso que hagamos de ella. Que tengamos libertad para escribir en nuestro Facebook, Twitter o blog no significa que podamos ir por la vida avasallando o faltando al respeto a las demás personas. Peor aún, quien recurre a la descalificación o boicot verbal es porque probablemente carece de datos o argumentos. El tema del aborto, violencia contra el feto cuanto más evitable mejor (preservativos, adopciones) es complejo para simplificarlo en una condena o absolución moral sin conocer las circunstancias ajenas. Yo puedo disentir de los veganos y pro-taurinos, pues considero que si no podemos comer seres vivos deberíamos comer piedras, y el maltrato animal como espectáculo me parece abuso innecesario, pero ello no debería impedir tener un trato educado y razonable, y no sectario por supuesto; la cortesía abre puertas. Trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti cuando te equivocas. La crítica para que sea útil debe ser constructiva.

Hace 80 años el 13 de julio de 1936 policías nacionales (entonces llamados "guardias de asalto") y guardaespaldas socialistas asesinaban al diputado monárquico Calvo Sotelo, cinco días antes del inicio de la sublevación militar y derechista del 18 de julio. Previamente habían ido al domicilio de Gil Robles, líder de la conservadora CEDA, que estaba ausente. Es decir se trataba de asesinar a boleo a un líder de la oposición, en una época de crisis liberal y auge del fascismo y del marxismo. Por supuesto que un asesinato no justifica ni una guerra civil ni miles de fusilamientos posteriores. Pero lo grave de este asesinato es que lo perpetraron policías oficiales del régimen republicano, y que era otro más entre los tiroteos partidistas habituales. Por tanto idealizar la II República como un régimen democrático modelo de libertades, cuando en 1934 hubo otro alzamiento revolucionario izquierdista con cientos de muertos, porque entraron en el gobierno tres ministros del partido más votado, es tan exagerado como injusto, aunque estuviera en el contexto de la convulsa Europa de los años 30. Los libros de Historia de la Secundaria actual son con frecuencia libros de adoctrinamiento izquierdista, cuestión importante que nadie se ha atrevido a plantear. Con la disculpa que la objetividad absoluta es imposible, dan carta blanca a tomar la historia como excusa para adoctrinar que los de su bando eran los buenos. Los 80 años de la cruel guerra civil deberían contribuir para cambiar el apasionamiento por la ponderación.

Ahora la cuestión candente inmediata es la posible investidura del presidente del gobierno español. Los números están parecidos a hace 6 meses, pues la suma de diputados socialistas, de Podemos y nacionalistas catalanes (173) superan los 137 escaños del PP, así como una hipotética suma PP + CC + Ciudadanos (170). El asunto no es que los 85 diputados socialistas se abstengan el día de la investidura, cuanto como va a funcionar la legislatura, que difícilmente podría durar 4 años. ¿Se abstendrán también cuando se aborden los presupuestos, la reforma laboral, la sostenibilidad de las pensiones, el gasto social, la ley de educación, el referéndum independentista de Cataluña o la corrupción del otro partido? Hay temas importantes, como el modelo territorial, la regeneración democrática, la ley de Educación o la sostenibilidad de las pensiones que deberían ser consensuados por cuantos más mejor, o al menos por PP, Ciudadanos y PSOE, al margen de distintas prioridades para cada ejercicio presupuestario anual. En Asturias, que si son galgos o que si son podencos, seguimos teniendo la casa sin barrer, esperando a engancharnos al tren de la recuperación económica sólida. Y en Gijón, urbe cordial al no haber nacionalismo y con grandes potencialidades geográficas, la ciudad del túnel del "Metrotrén" sin vías, las vías sin estación intermodal, la regasificadora del Musel sin gas y la playa de san Lorenzo sin arena, ¿qué podremos conseguir cuando en vez de ocupa cargos tengamos gobernantes eficaces?

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