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La esquina

La banderilla del IBI

Al día siguiente del discurso pacificador de Trump, la realidad más cercana lleva a miles de gijoneses a la banderilla del IBI, la veterana contribución, que nuestros abuelos pagaban con religiosa puntualidad. Las administraciones no es que hoy sean más ricas, que no lo serán dados sus niveles de gastos, pero tendrán más efectivo para dedicarlo a las distintas necesidades del servicio. El IBI es una banderilla para el contribuyente medio porque el impuesto se basa en el valor de los inmuebles en tiempos de vacas gordas. Las vacas han adelgazado, pero el impuesto no ha perdido un kilo, o sea, no ha bajado un euro. El impuesto llega a viudas con pensión raquítica y a millonarios con el riñón bien cubierto, sin que se conozca cuál es la postura de los populismos al uso al carácter de la tasa. El IBI ha llegado como todos los noviembres y ha dejado al contribuyente con menos dinero en sus bolsillos para indignación de liberales.

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