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El fin, que ya termina

La entrega de armas de ETA y una historia en la que sólo hay vencidos

Esta es la historia de una mujer y dos hijos. Uno tiene dos años, el pequeño once meses. Transcurre en Azcoitia, en la avenida Calvo Sotelo, a las cuatro de la tarde, justo al cruzar de acera. La mujer carga con un niño en brazos, el otro camino a pie. Al otro lado de la calle, un hombre les observa. Al mayor se le escapa una pelota que llevaba en las manos y corre a por ella. La madre intenta cogerle, de forma instintiva. Un camión llega. El hombre, que lo ha visto todo, ve imposible salvar a los tres. Corre hacia ellos sin pensarlo, se cruza en su camino y coge al pequeño de los brazos de la madre. El hombre salta a la acera. El camión pasa. La madre y el hermano mayor mueren.

Transcurrido algún tiempo, unos dieciocho años, el hombre se ha convertido en concejal de UCD y regenta un tienda de muebles en Elgóibar. Como cada tarde, termina su jornada y quiere volver a casa. Coge su coche -un Seat 127- y emprende el camino. En el Alto de Azcárate otro vehículo trata de ponerse en paralelo. El hombre sabe que quienes lo conducen son etarras, de modo que acelera. La persecución termina con los dos coches encontrándose a la par. Suenan dos disparos.

El hombre cae, el coche se estrella contra un árbol. Unos minutos después, un motorista cree que ha ocurrido un accidente y llama a la policía. Se descubren las heridas de bala. Entre el tumulto, un familiar reconoce a la víctima: se trata de Ramón Baglietto Martínez. Pasados cinco días, la policía da con los asesinos. Entre ellos se encuentra Cándido Azpiazu Beristain, el niño al que el hombre había salvado de aquel camión, hace dieciocho años.

En "Un grito de paz", de Pedro Baglietto, crónica del hermano de la víctima, se puede leer: "Apuntó fríamente el cañón de su pistola contra su sien y disparó con gesto de orgullo. Era el 12 de mayo de 1980. Era las nueve de la noche. Llovía torrencialmente". Cuando todo esto sucedió, Mayor Oreja dijo estar "ante la sensación de que nos están cazando como a conejos".

Ha pasado un mes desde que ETA entregó definitivamente las armas y aún no nos lo creemos. Que la exedil del PP María José Usandizaga pueda vivir sin guardaespaldas, aquellos que la acompañaban desde 1995, tras el asesinato de Gregorio Ordóñez. Que podamos ver entre los más vendidos "Patria", de Aramburu, una novela que incomoda por igual a ambas partes. Que podamos hablar del pasado vasco en un escenario, como recientemente ocurría con Los Gondra. Parece que el fin -ahora sí- ya termina, en una historia compleja en la que sólo hay vencidos. Veamos cuál será el nuevo comienzo. En esa lucha por un palmo de tierra para exigir quién la dirige. Y sobre todo, quien la sufre.

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