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Musicólogo

Un cierre con músicas del mundo

"White Noise" reúne a un destacado conjunto de músicos asturianos con un repertorio ecléctico como despedida del festival de este año

El domingo se ponía fin a "Jazz Gijón", un festival que cada año crece y multiplica sus escenarios más allá del teatro Jovellanos gracias a la implicación de músicos y locales de la ciudad, que llevan organizando conciertos desde que arrancó noviembre. Esta edición ha tenido además un marcado protagonismo asturiano, con el concierto de Isaac Turienzo el jueves y la doble sesión del domingo en el teatro Jovellanos, que contó con la implicación del Colectivo Asturiano de Jazz. Es ya habitual que la última jornada del festival cuente con músicos de la región; en esta ocasión se presentaba "White Noise Concert", un espectáculo dirigido por Miguel Blanco que congregaba sobre el escenario a más de una decena de músicos del folk y el jazz en torno a un repertorio que transitó por diferentes estilos de las músicas del mundo a través de la música y las maneras del jazz y la música negra estadounidense.

La apuesta era arriesgada, fueron muchos los lenguajes que se buscaban engarzar y muy dispares los instrumentos que se quisieron hacer dialogar sobre el escenario. Si bien estos encuentros no fueron igual de exitosos en todos los temas, el tono del concierto se mantuvo en todo momento y hubo piezas especialmente interesantes. Una de ellas fue "La fuerza viene del norte", el tema que abrió el concierto, donde pudimos observar una evolución desde los enigmáticos colchones de graves en los sintetizadores hacia el folk de corte celta a través de la voz de Mapi Quintana y el violín de Rubén Bada. Después, el formato big band del swing se adueñó del tema para acabar derivando en sonidos más propios del jazz rock y el funk. Magistral la correlación de estilos que llevaron a este tema desde una calma introspectiva inicial al calor de la música negra.

Los vientos se adueñaron entonces del concierto. "U", compuesto por Eladio Díaz, no llegó a arrancar del todo hasta que el propio saxofonista tomó las riendas del mismo; la "Habanera excéntrica" siguió los patrones de incorporación de este género al jazz y se articuló a base de solos de viento. Mientras, otros instrumentos, en especial el acordeón de Marga Lorences, quedó relegada a un segundo plano prácticamente durante todo el concierto. Quizás una instrumentación más equilibrada en algunos temas hubiera sido más acertada. De hecho, hubo canciones como "11 de mayo", de Mapi Quintana, que lograron este equilibrio, y el resultado fue realmente brillante.

En la recta final del concierto el viaje musical continuó con incursiones en la música rembétika, klezmer y brasileña, entre otros estilos, siempre con las maneras del jazz como hilo conductor.

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