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Asturias necesita un gran pacto demográfico

Causas y consecuencias de la alarmante pérdida de población de una región que envejece a pasos agigantados

Asturias presenta, al igual que el resto del Estado, tres grandes y urgentes preocupaciones: la poca efectividad en creación de empleo estable y de calidad, el problema medio ambiental (escasez de lluvias, elevación de la temperatura e incendios) y el envejecimiento poblacional, tanto en las ciudades como en el entorno rural.

La caída de población en Asturias va camino de ser una preocupación moderada a convertirse en un problema demográfico importante. Si España es ya un país envejecido, nuestra comunidad autónoma destaca sobremanera, y lo va a ser más en los próximos años: nuestros mayores son ya uno de cada cinco y para mediados de siglo habrá aumentado a uno de cada tres. Asturias posee una de las tasas más altas de mortalidad de España y una de las más bajas tasas de natalidad, por lo que tiene el menor saldo vegetativo, a lo que debemos añadir una emigración constante de mano de obra cualificada a otras regiones y países.

La población asturiana tocó su techo demográfico a finales de 1981, con una población de 1.130.500 habitantes y con el comienzo de la reconversión industrial emprendió un camino de pérdida poblacional moderada. El crecimiento económico y la creación de empleo revertió la situación a finales de la primera década del siglo XXI, subiendo la población de 1.063.676 habitantes a 1.076.430 habitantes, asentando población gracias a un mayor número de nacimientos y la incorporación en nuestra comunidad de un número importante de inmigrantes. Este pequeño repunte finaliza con la crisis y desde el 2009 hasta finales de año pasado se han perdido unos 46.000 habitantes.

Nuestra región necesita un incremento poblacional desde tres vertientes: la primera sería un mayor número de nacimientos; la segunda, una estabilidad laboral de los ciudadanos que evite su migración a otras regiones, y la tercera, una región atractiva para inmigración y retorno de nuestros emigrantes que trabajan fuera.

En Asturias, las políticas de población debían haber comenzado a realizarse a principio de siglo, pero una vez perdido ese tren es necesario planificarlo ahora, con un gran pacto político e institucional, que implique al Gobierno de España, a los responsables autonómicos y a los ayuntamientos. Con la implicación del mundo empresarial y la Universidad de Oviedo. Un gran pacto que genere una recuperación demográfica a medio y largo plazo basada en políticas de:

Fecundidad y familia. La baja fecundidad lleva decenios instalada en la sociedad española y asturiana, al igual que en el conjunto de Europa, por lo que puede considerarse estructural. Las mujeres, en España, tienen en promedio 1,3 hijos al concluir su vida reproductiva, una tasa que está muy por debajo del nivel que se necesitaría para que el tamaño de cada generación no fuera inferior al de la precedente, y que se sitúa en torno a los 2,1 hijos por mujer.

Estos datos tan bajos y persistentes implican el declive de la población y un envejecimiento acelerado de la misma. El panorama que deparan las tendencias demográficas es gravemente preocupante y solo el aumento de la natalidad podría modificarlo. Las experiencias en Europa demuestran que elevar la fecundidad en una medida limitada es posible, y también que tal elevación tendría consecuencias muy positivas, en el medio plazo, incluso en el corto.

Profundizar en las medidas fiscales en forma de desgravaciones relacionadas con el tamaño de la familia o ayudas para sufragar los costes derivados del nacimiento o adopción de los hijos para familias o personas por debajo de un cierto nivel de renta es fundamental; los "cheques bebé" no funcionan porque solo son parches puntuales e implican modificaciones presupuestarias y crean una competencia entre administraciones más con un carácter electoral que de políticas de natalidad continuas en el tiempo.

Conciliación, trabajo y educación. Sin duda, la igualdad de género es un elemento crucial en el aumento de la natalidad. Para elevar la tasa de fecundidad se requiere que la igualdad de género sea real en la sociedad, especialmente en los ámbitos laborales, así como en la corresponsabilidad dentro del núcleo familiar.

Por ello, las medidas conocidas por todos deben llevarse a cabo sin dilación: permisos de maternidad y paternidad de duración adecuada; equiparación de ambos permisos de forma progresiva; excedencias laborales con reserva del puesto de trabajo; facilitación de horarios sensibles a las necesidades de madres y padres; establecer una adecuada política de racionalización de horarios tanto en la administración pública como en las empresas privadas. Debe existir un reparto más equitativo de tareas entre mujeres y hombres en el hogar y en la crianza de los hijos, pues sin este punto todo lo anterior no tendría sentido.

La apertura de instalaciones municipales (escuelas, bibliotecas, conservatorios, museos, etc.) en periodos no lectivos y vacacionales ofertando actividades formativas, deportivas y lúdicas, son, junto la educación infantil de 0-3 años, fundamentales.

Salud y envejecimiento. En España, en el año 2050, las personas mayores de 65 años representarán más del 30% del total de la población. Los octogenarios llegarán a superar la cifra de cuatro millones.

El continuado incremento de la longevidad es una gran consecuencia del "Estado del Bienestar" y el crecimiento económico en Occidente, aunque no esté exento de costes varios. El problema del envejecimiento poblacional no es solo cómo afecta a las jubilaciones y pensiones, ni siquiera en su vertiente rural donde es más crítica, sino que produce una serie de problemas e incide en situaciones tan habituales como la convivencia, el hogar y la familia; pensar que solo influye en gastos en sanidad y servicios sociales es simplista, el envejecimiento produce una carga social y familiar que va más allá.

En el tema del envejecimiento poblacional se dan nuevas problemáticas. Sin duda, la más llamativa es ver cómo el envejecimiento de la población genera una feminización de la vejez, no solo porque hay un mayor número de mujeres mayores, sino que estas, a su vez, se convierten en responsables de los mayores de la familia, al no existir una igualdad de género real. Otro debate es la necesidad de unos sistemas retributivos que aumenten la seguridad económica de la población mayor después de la jubilación.

Ante estas nuevas situaciones y características de la población es preciso acometer una nueva organización de los centros de atención primaria, deben estar adaptados a las necesidades de quienes serán la mayoría de sus pacientes. No hablamos del diseño arquitectónico, sino de los servicios que deben presentar estos centros acercando las especialidades; igualmente esto debe llevarse a cabo en los sistemas residenciales, que no solo deben estar adaptados, sino que fomenten el mantenimiento con el entorno familiar. Y, por último, la aplicación de las TIC para resolver las necesidades sociales y mejorar las condiciones de vida de estas personas.

Migraciones, movilidad y vivienda. En nuestra región la movilidad espacial es determinante. Si hacemos un estudio de las migraciones internas y la demografía espacial, de la movilidad residencial y el cambio urbano, más la demografía de la vivienda, veremos que hemos cometido grandes errores que debemos subsanar.

No solo perdemos población regional, sino que se produce un movimiento hacia el área central de una manera no homogénea, ya que en un principio la movilidad geográfica se ha dirigido hacia Gijón, Llanera, Siero y Oviedo, mientras que la comarca de Avilés junto a las cuencas del Caudal y el Nalón, que se están transformando en poblaciones residenciales con grandes infraestructuras, comunicaciones y servicios, no se han visto beneficiadas. Por el contrario, barrios de nueva creación, con problemas de comunicación e integración en sus áreas geográficas y que aún esperan diversos servicios públicos han recibido población.

Esta movilidad interna desertiza poblacionalmente las alas, empobrece directamente estas zonas e infravalora los servicios públicos asentados en épocas de mayor población, perdiendo calidad en los servicios públicos, centros sanitarios o educativos, que ante la menor demanda de población pierde especialistas o funcionarios. Es frustrante que el precio de la vivienda en las diferentes villas de las alas asturianas sea prohibitivo y una vivienda de las mismas características sea más barata y accesible en determinados barrios de la Asturias central.

Por ello, debemos asentar la población de una forma ordenada, recuperar a nuestros emigrantes que enriquecen otras regiones y países, asentar población juvenil en la zona rural gracias a una gran red interactiva digital existente, no lo suficientemente valorada, y una gran variedad de servicios públicos de la administración y una política de vivienda y movilidad-comunicación seria ya en uso.

Migraciones internacionales. La inmigración puede ralentizar el envejecimiento, pero para que constituyera la principal solución a los problemas derivados de la evolución demográfica tendría que ser mucho más voluminosa y sostenida de lo que lo ha sido.

Asturias recibió a principios de siglo gran inmigración procedente de Sudamérica y de los países de este, en contrates de otras regiones donde la inmigración magrebí fue mayor. En estos momentos, la llegada de nuevos inmigrantes actualmente va relacionada e influenciada con los procedimientos de asilo y de la llegada de refugiados, apareciendo una inmigración subsahariana y, en menor medida, magrebí. Asturias necesita una inmigración cualificada y profesional, y la tendrá, pero ante la llegada de una población con bajos recursos y poca formación es necesaria encauzar su educación y profesionalización. Una sociedad sin inmigrantes es una sociedad pobre y estancada. Europa necesita inmigrantes para avanzar y Asturias no debe caer bajo el manto populista que ve en estas personas las culpables de nuestros errores. La "japonización" de Europa no solo nos estancaría socialmente, sino económicamente. La inmigración debe ser flexible y adaptable, sin políticas públicas será anárquica y peligrosa, pero con una mínima dirección política dará unos beneficios incalculables en la vertiente cultural y económica.

Para cambiar las tendencias demográficas es preciso que los poderes públicos desplieguen políticas amistosas para las familias y de encauce de los nuevos ciudadanos provenientes de otros entornos y culturas. Más que políticas pronatalistas y de integración socio-cultural, se trata de políticas sociales dirigidas a generar un entorno más propicio para el libre desarrollo de las preferencias reproductivas de la ciudadanía y del asentamiento poblacional ya existente y foráneo. Para cambiar estas tendencias hay que ordenar mejor el territorio y abrir nuevas oportunidades de empleo y crecimiento económico. En fin, una tarea ardua que debe involucrarnos a todos.

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