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El Puentón

Bañistas en el puente Vieyu

Los riesgos de una práctica muy arraigada en la vieja capital del Reino de Asturias

El accidente del bañista en el "puente romano" de Cangas de Onís que, por cierto, venía con un grupo de amigos -estaban en un camping de la zona- a disfrutar del festival Aquasella, en El Mereriz (Coviella), corrió como la pólvora a los pocos minutos del acontecimiento entre asustadas madres de chavales cangueses, sumamente preocupadas por lo acontecido. Para ellas fue un susto, morrocotudo, ya que son conscientes de que sus vástagos son asiduos a lanzarse desde diferentes alturas del famoso Monumento Nacional a las aguas del Sella.

Tras lo acontecido el pasado jueves, se elevan ciertas voces que sugieren la necesidad de prohibir a los bañistas tirarse al mítico río del oriente asturiano desde el popular Puentón. Cierto que se trata de toda una tradición entre la chavalería canguesa -la mayoría de ellos menores de edad-, a los que en ocasiones concretas suele sumarse algún que otro turista o visitante, tal como aconteció en esa señalada fecha. Bien es verdad que nunca pasa nada, como si se tratase de arrojarse desde los trampolines de una imaginaria piscina fluvial, hasta que pasó.

En Cangas de Onís, los más veteranos aún recuerdan un caso que aconteció hace más de medio siglo en ese mismo escenario. Un vecino de la localidad, en plena juventud, se tiró desde la parte alta del "puente romano" contra las llastras. No era época de baños, ni tampoco verano. Sabe Dios lo que pensaría el infortunado cangués en aquel infausto momento cuando decidió acabar con su vida de esta forma. Una historia que, salvando las distancias, tuvo como epicentro el susodicho puente Vieyu.

Ahora, casi en caliente, tras el costalazo del joven santanderino en las aguas del río Sella y su posterior ingreso en el Hospital Comarcal del Oriente se exigen la adopción de medidas para atajar esa tradición o costumbre de los chicos tirando al río Sella. Una cosa puede ser advertirles de los riesgos, pero otra muy distinta es concienciarles en sus propias casas para evitar males mayores. Las prohibiciones, a veces, no son la mejor solución, ya que envalentona aún más a los habituales "mocines" de la película del verano en la vieja capital del Reino de Asturias.

A lo mejor me meto de lleno en camisa de once varas: los padres son los que deben poner coto a sus chicos y chicas para hacerles ver los peligros que conlleva ese tipo de entretenimiento, por muy atractivo que sea para los turistas y visitantes que suelen contemplar ese tipo de hazañas desde los aledaños del "puente romano". De nada sirve que la autoridad competente, pienso, decrete prohibir tirarse al río -¿en base a qué?-, bajo la imposición de una sanción de tipo económico. Yo, permítanme mi ignorancia, no lo veo muy claro, aunque es posible que haya otra gente que sí lo contemple como una necesidad perentoria.

No hace muchos veranos, aún recuerdo cómo la Policía Local de Cangas de Onís trataban, un día sí y otro también, de disuadir a la chavalería de tirarse al río desde el Puentín o Puente Nuevu, por el que transcurre la carretera N-625. Fue una moda que duró un plis-plas, hasta que los guajes apostaron por continuar con otras ocurrencias estivales mucho más emocionantes y arriesgadas. Lo llamativo de aquel caso era que los propios rapaces se encargaban de controlar de lejos a los agentes que solían hacer la rutina para seguir con los costumbristas saltos a las aguas selleras en una zona de escasa profundidad.

Encontrar una solución salomónica no es moco de pavo. Eso sí, empezando por el entorno familiar y no por la autoridad competente. Me parece mucho más un asunto de educación que de otra cosa. El riesgo está ahí, aunque algunos no lo quieran entender. Lo fácil, a la vista de lo acontecido, es pasarle la pelota al Ayuntamiento de Cangas de Onís, por ejemplo, para que adopte unas medidas previsoras. Insisto, puede ser una idea aceptable, pero los que tienen la obligación de marcar las pautas a sus propios vástagos son los progenitores. La educación de los niños empieza en su casa y al colegio van a estudiar. Eso lo deberían tener muy claro.

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