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Cronista de Parres

Sobre alfas y omegas

El incumplimiento de la normativa oficial del Principado de Asturias sobre su escudo y bandera

"La Cruz de la Victoria es el emblema fundamental que está representado en el escudo heráldico de Asturias. De los brazos de esta cruz sobre fondo azul penden las letras alpha (mayúscula) y omega (minúscula)".

Así se publicó en el Boletín Oficial del Principado de Asturias (27 de abril de 1984) cuando se oficializó el escudo del Principado, "en razón a que la letra alpha mayúscula y la omega minúscula son la forma en que existen todavía en las más antiguas representaciones gráficas de la Cruz de Asturias datadas en la época de los reyes Alfonso II y Alfonso III, en el siglo IX, y que pueden verse en sus primeras representaciones conocidas en los monumentos prerrománicos de Asturias y, posteriormente, en los distintos confines de dicho Reino".

Gaspar Melchor de Jovellanos ya había intervenido muy directamente para que la Cruz de la Victoria se convirtiese en el emblema heráldico del Principado de Asturias y ya la Diputación Provincial de Oviedo adoptó el escudo con la Cruz en 1857. Asimismo, en la Ley de la Bandera del Principado de Asturias (19 de diciembre de 1990) se dice en su artículo 1 que: (1) "La Bandera del Principado de Asturias es rectangular, con la Cruz de la Victoria en amarillo sobre fondo azul. (2) De los brazos diestro y siniestro de la Cruz penderán la letras alpha mayúscula y omega minúscula". En ambos casos -escudo y bandera- se oficializaron siendo Presidente del Principado de Asturias don Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos. ¡En cuántos escudos y banderas vemos desde hace años que no se respeta esta norma fundamental! Porque en el caso de la letra griega alfa mayúscula sí se cumple, pero ya en lo referente a la omega minúscula se ha relajado la normativa de tal forma que se ven tantas omegas mayúsculas como minúsculas (y, sobre éstas últimas, incluso algunas aparecen representadas de forma invertida). Como es sabido, la auténtica Cruz de la Victoria que se conserva en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo llegó hasta nosotros tras no pocos avatares sufridos a través de la historia. Ella misma certifica su origen en la inscripción que contiene, con las letras dispuestas en los cuatro brazos, cuya transcripción -traducida del latín- es la siguiente: "Permanezca esto complacientemente en honor de Dios, que ofrecen los servidores de Cristo Alfonso príncipe y Jimena reina. Quienquiera que arrebatara este don nuestro, perezca por el rayo divino. Esta obra se terminó y se concedió a San Salvador ovetense. Este signo protege al piadoso. Este signo vence al enemigo. Y se fabricó en el castillo de Gauzón el año 42 de nuestro reinado, transcurriendo la Era 946" (año 908 de la Era Cristiana). Habrá que añadir aquí una aclaración al rango de los donantes, "princeps y regina" (príncipe y reina), debiéndose entender el primero con el significado de rey en la cultura asturiana de la época. Exactamente un siglo antes (año 808 de nuestra era) el rey Alfonso II había donado la Cruz de los Ángeles y -en la inscripción que figura en la misma- se autocalifica como "servus", siendo éste un caso único, pues los demás reyes se llamaban "famulus", dos palabras que no son sinónimas, pues "servus" en castellano tenía el sentido de esclavo, mientras "famulus" tenía el de criado. Muy posiblemente el piadoso Alfonso II (apodado "el Casto") quiso utilizar un término de máxima humildad.

Seguro que la más fotografiada réplica de la Cruz de la Victoria -aquí en Asturias- sea la que pende del arco central del llamado "puente romano", el que abraza y une los concejos de Cangas de Onís y de Parres. La primera vez que se colocó la cruz fue el día 5 de julio de 1939, con motivo del multitudinario y emocionante recibimiento que Cangas brindó a la imagen de la Virgen de Covadonga en su retorno desde el forzado "exilio" en París (donde permaneció casi dos años) hasta la que era su casa natural por derecho propio. Gustó a los cangueses y a todos los demás aquella idea de su alcalde E. Antonio González Capitel, y la cruz se comenzó a colocar también en el gran ojo central de dicho puente con motivo de las fiestas locales, retirándola después. Con el tiempo se decidió dejarla de forma permanente y ahí estuvo durante décadas. Esta cruz sí cumplía en identidad y semejanza con todas las que se conocen desde el origen de la monarquía asturiana: letra alfa mayúscula pendiendo de su brazo derecho y omega minúscula del izquierdo. Es como una "ley" no escrita desde hace más de mil años. Pero tras un incidente provocado hace ya unos cuantos años -que acabó con la cruz en las aguas del Sella- se hizo otra copia muy digna, pero en la que no se respetó el detalle no menor de la letra omega minúscula, y ahí está a la espera de que alguien le devuelva la "autenticidad iconográfica" perdida. En un lugar de tanta importancia, en una ciudad cabeza y sede de la monarquía asturiana y casi frente a la emblemática capilla de Santa Cruz (que pudo haber albergado la auténtica cruz que enarboló Pelayo, recubierta después con oro y pedrería en el Castillo de Gozón), esta Cruz de la Victoria pide que, en algún momento, la omega mayúscula que muestra indebidamente se permute por su "hermana menor" reglamentaria. Observe el lector la multitud de banderas, escudos, pegatinas, logotipos, etc. que se multiplican por Asturias y verá que son ya demasiados los casos en los que no se cumplen las normativas oficiales publicadas tanto en el Boletín Oficial del Principado de Asturias como en el Boletín Oficial del Estado, cuando se oficializaron el Escudo (1984) y la Bandera (1990) del Principado de Asturias. Baste decir además que, de los 78 concejos asturianos, la Cruz de la Victoria figura en 14 de sus escudos (además del propio Principado) y la Cruz de los Ángeles en otros 28; es decir, llevan una de las dos cruces más de la mitad de los escudos concejiles.

Todo ello sea por fidelidad, devoción, respeto y lealtad a una de las figuras de blasón más antiguas de Europa, como es la de nuestro Principado.

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