La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El puentón

La regulación de las terrazas en Cangas de Onís

El consenso ha primado entre Ayuntamiento y empresarios en favor de una mejora de la calidad turística

Acostumbrados a poner en vilo en más de una ocasión la actuación de nuestros políticos más cercanos, o sea, los de ámbito municipal, ahora debo plegarme -y no es peloteo- a la realidad pura y dura. En este caso me refiero a las terrazas hosteleras repartidas por casi toda la ciudad de Cangas de Onís, la oficiosa capital de los Picos de Europa, cuya principal fuente de riqueza es, sin ninguna duda, el turismo.

El trabajo despachado desde la Alcaldía, que ocupa José Manuel González Castro, durante estos últimos meses parece que ha dado sus frutos en cuando al ordenamiento de gran parte de las susodichas terrazas, justo cuando está a punto de iniciarse una nueva temporada para el boyante sector turístico.

Después de mucho tiempo criticando, tanto por activa como por pasiva, el desconcertante desmadre -digámoslo así- de algunos empresarios de la hostelería local mirando hacia otro lado y sin importarles un ápice la convivencia entre viandantes y negocio, parece que el asunto acaba de tornarse para mejor.

Al menos esa es la postura que observa en estas fechas en las que personal del Ayuntamiento de Cangas de Onís se encuentra delimitando -spray en mano- el espacio público del pavimento que cada emprendedor de la hostelería destinará al uso de terraza hostelera a lo largo de la inminente campaña turística.

Por una vez, y mira que llevamos años echando pestes sobre el pasotismo de cierta gente, se ha logrado consensuar algo más que una regulación, siendo el principal artífice el ya citado alcalde José Manuel González Castro, del PP, que gobierna con mayoría absoluta desde las pasadas elecciones municipales.

Casi todos los empresarios se muestran partidarios de cumplir a rajatabla con las licencias solicitadas, sin tener que desviar la atención vertiendo las culpas hacia otros competidores de su mismo gremio. Insisto, debe ser la primera vez en que los hosteleros han sido informados personalmente de todos los pormenores y así evitar supuestas discriminaciones entre vecinos, o ciudadanos, de primera o de segunda.

A partir de ahora, normativa en mano, no hay motivos para "tropezarse" con mesas y sillas instaladas de forma alocada en cualquier calle, plaza o acera para hacer caja cuando el filón turístico arriba a la antigua Cánicas. Alguien deberá velar por ello, aunque sería toda una satisfacción observar que no se levanta ni un solo acta por incumplimiento. Conste, y no me importa en absoluto a estas alturas del dilema, que eludo entrar en si abonan o no, religiosamente, el canon establecido. Allá cada cual. Eso son asuntos que competen directamente a las partes, es decir, tanto al hostelero de turno como al Consistorio cangués, por lo que no deben ser motivo de insulsos debates.

Por todo ello, en beneficio de una ciudad más acogedora para los miles de visitantes que tienen como destino la vieja capital del Reino de Asturias, el capítulo de las terrazas creo que ha llegado a buen puerto, en el momento del inicio de una nueva temporada.

El palear en una misma dirección siempre es bueno cuando se trata de perseguir un mismo fin en un enclave turístico de primer orden. Y algunas terrazas canguesas venían siendo un verdadero dolor de cabeza para los viandantes que, plácidamente, caminan por calles, parques, aceras o plazas de la localidad. La apuesta está ahí, ojalá el empresariado hostelero la consolide y, al mismo tiempo, la mejore.

Compartir el artículo

stats