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Ramón Díaz

Orientalia

Ramón Díaz

Posada, mejor sin atascos

Todos los precedentes indican que la variante sería muy positiva

Cualquier debate sobre la variante de Posada de Llanes debe partir de la base de que es tan legítimo defenderla como rechazarla. Y también de que su ejecución, en los tiempos de escasez a los que nos ha abocado el delirio urbanístico del decenio pasado, parece muy, muy lejana.

Todos los precedentes (Nueva, Llanes, Nava, Les Arriondes, L'Infiestu, Cangues...) indican que la variante sería muy positiva, pues se libraría de la mitad del tráfico (el de paso, el que nunca para) que padece la travesía local: 6.400 vehículos al día, según los aforos del Principado. El problema es el miedo al cambio, a que Posada quede vacía, a que dejen de ir. Es, sin duda, falta de fe en una localidad que tiene, ya hoy, muchísimo que ofrecer, enorme potencial y un gran futuro.

Posada tiene un sector comercial, hostelero y de restauración potentísimo. Es un "Madrid en miniatura", una villa abierta y hospitalaria; entre otras razones, porque el comercio -y, por lo tanto, la atención al público- siempre ha sido determinante para la economía local, y porque vive mucha gente llegada de fuera. Es a la vez una localidad cómoda, en la que resulta fácil aparcar, al contrario que en casi todo el resto de la comarca.

Posada -La Vega-, está rodeada de bellezas: Bricia, Samartín, Frieras, Posada la Vieya, Turancias, Lledíes, Quintana, Piedra... ¡Y tiene las playas a 2 kilómetros! ¡A la misma distancia que Nueva, por ejemplo! Solo faltan sendas, rutas, porque lugares deslumbrantes sobran. Posada no necesita atascos. Atrae por sí misma. Mola.

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