Al verlo en fotos creí que era el Sergio de Estíbaliz redivivo, el de Mocedades, que venía del Cielo para celebrar su cabo de año, pero se trata de Marcos Benavent a su regreso de Ecuador, después de habérselas visto con los quichuas, con el fantasma de Orellana y con Saulo el de Damasco. El "yonqui del dinero", recaudador del PP de Valencia, después de extorsionar y chantajear en nombre de su partido a los empresarios y de aceptar sobornos, decidió poner mar de por medio e irse a la selva amazónica, seguramente a por el oro de Nambija, pero cuando remontaba el río Napo se calló de la piragua y fue a darse de bruces con su conciencia. Marcos, disfrazado de apóstol, regresa a la casa del honor para entregar a la justicia su vida y su mochila y denunciar a sus secuaces al compás del chacachá; ahora, como el cantinero aquél, sólo bebe aguardiente para olvidar.
La mar de Oviedo