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Oviedo es calidad de vida

El reconocimiento del Eurobarómetro a la ciudad y la relación del resultado con las políticas municipales durante los gobiernos del PP

Nuevamente, el Eurobarómetro señala que Oviedo es una de las mejores ciudades de Europa para vivir. Los ovetenses, con sus valoraciones, han colocado a Oviedo en el mapa de las ciudades más habitables de Europa, entre las que destaca como aquella que satisface a más ciudadanos por su limpieza, y se sitúa entre las cinco primeras en satisfacción, entre otras cosas, con los espacios públicos.

Los ovetenses están orgullosos de su ciudad y esta es una muestra más de que Oviedo ha avanzado por el buen camino durante los últimos años, porque estos niveles de satisfacción no se consiguen en unos meses o en unos pocos años; son la consecuencia de un largo y gran trabajo de renovación y modernización con la implicación directa de los ovetenses; son la consecuencia de un esfuerzo colectivo, sin exclusiones, valorado positivamente.

Estoy satisfecho y agradecido porque este reconocimiento es también una valoración muy positiva de la labor continuada en el tiempo realizada por el Partido Popular al frente del Ayuntamiento de Oviedo, que contrasta tristemente con la realidad que hoy vivimos, caracterizada por un desgobierno y una paralización total de la institución que está obligada a liderar y alimentar el pulso diario y la vitalidad de esta ciudad.

Construir lleva mucho tiempo, destruir se hace rápido. Si el Eurobarómetro se elaborara hoy -y sería peor aún cada día que pasa- estoy seguro de que no arrojaría tan buenos datos para Oviedo, porque en los últimos meses estamos viendo cómo la ciudad pierde su ritmo, se paraliza y es un poco más gris. La mejor noticia -quizás la única noticia buena- de las últimas semanas en Oviedo ha sido esta constatación de satisfacción de los ovetenses hacia el modelo de ciudad del que disfrutaban. Todo lo demás han sido fracasos, líos políticos o persecuciones inexplicables dentro de la estrategia de esa vieja política disfrazada de nueva que es convertir la caza al PP en el único objetivo de aquellos que deberían asumir la responsabilidad que conlleva el poder.

No hay presupuestos, no hay inversiones, se retrasan los pagos y se incrementa la deuda, el criterio es únicamente ideológico (antes 20 millones de euros para los accesos por Santullano era una barbaridad, ahora es el coste mínimo de su proyecto único, sin la losa que los ciudadanos de Oviedo votaron), no hay políticas turísticas o de congresos, no hay vocación de diálogo, se han enfrentado a todos (Fundación Princesa de Asturias, Iglesia, Semana Santa, patronal de hostelería, vecinos de Montecerrao, vecinos de Limanes?) y, por muchos orgasmos que le produzca al Alcalde (son sus palabras), tenemos un poco edificante espectáculo diario de dimes y diretes, polémicas internas, anuncios y desmentidos, que lo único que demuestran es que estamos sumidos en un absoluto desgobierno.

Un gobierno debe gobernar, debe tener un proyecto y aplicar sus políticas con rigor, responsabilidad y seriedad. Eso es lo que necesitan la ciudad y los ovetenses y, si no lo hace, nos perjudicará a todos, porque disminuirá la calidad de vida, lastrará la proyección de la ciudad y restará actividad económica y empleo, con lo que generará un clima de subsidio y no de progreso.

Oviedo necesita un gobierno sólido y cohesionado, que gobierne pensando solo en el interés de los ciudadanos. La sociedad civil tiene derecho a exigirle a este gobierno municipal que gobierne con esos criterios. El Eurobarómetro demuestra que los ovetenses tienen criterio y quieren a su ciudad. Ahora solo falta que el tripartito se dé cuenta de que debe dejar de mirar al pasado con afán de venganza para apreciarlo como un buen punto de partida para seguir avanzando, mejorando y modernizando Oviedo. El enemigo no es el pasado ni el partido político que lo protagonizó; el enemigo es la falta de ideas y proyectos de futuro, la falta de unidad y la capacidad para desarrollarlos.

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