La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Doble pena

Del colegio Loyola. Así que asistía puntual a una peña de ex alumnos, talluditos obviamente, que capitaneaba Vitín Tartiere hasta que, ay, falleció aunque supongo siguen vivas aquellas funciones. Se reunían a comer en La Torre. Fui alguna vez, intenté atraerlos a otra peña del mismo estilo, también de ex del Loyola en la que bullía y sigo -no menos de 40 nostálgicos, una vez al mes almorzando como hermanos- pero no pude y así quedó la cosa, sin fusiones ni absorciones. También nos reuníamos a comer en otro grupo que comandaba Pepe Cosmen hasta que, otra vez, la muerte nos disolvió o al menos yo quedé descolgado del equipo.

Hablábamos al menos una vez a la semana y en febrero con más frecuencia porque se acercaba la fecha del aniversario de la muerte de Alfonso II el Casto y fue él quien, desde el Ayuntamiento, rescató el funeral tradicional, con el concurso del coro de la comunidad benedictina de San Pelayo. Siempre mimó esa cita. Y muchas veces lamentó las perrerías, con frecuencia institucionales, que le hacían.

Quedó fuera de la Corporación sin más razones aunque, no sobra apuntarlo, como era muy amigo de Elías Masaveu, también desde los tiempos del colegio Loyola, algunos munícipes llegaron a sentir celos irrefrenables de esas relaciones privilegiadas. No digo nombres pero que conste que me los dijo y que esa era su tesis.

José María Fernández del Viso, como buen carbayón, era plenamente consciente del cerco de Oviedo. Y se manejaba como gran especialista de una de las variantes del asedio: el feroz ataque para liquidar al Real Oviedo. Situaba en la jefatura de la artera maniobra a Vicente Álvarez Areces y la verdad que podía haberse doctorado con los mil detalles que sabía al respecto. Cómo sería su afición, qué tensión y nervios se desataban en su corazón azul cuando empezaba a rodar el balón, que hacía tiempo que ni iba al Tartiere, ni siquiera podía seguir los partidos por televisión.

Sabía un montón de cosas de Oviedo que ahora se olvidarán. Doble pena.

Compartir el artículo

stats