La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La doctora que dejó huella en Las Caldas

Homenaje a Belén Quesada Martín tras su jubilación

El pasado domingo LA NUEVA ESPAÑA publicó una entrevista en la que la protagonista era la doctora Belén Quesada Martín con motivo de su jubilación. Me llevé una sorpresa al leer que nuestro cumpleaños es el mismo día. Ahora entiendo por qué sintonizamos enseguida.

La llegada de Belén al consultorio de Las Caldas marcó un antes y un después. Heredó un consultorio cutre que en tiempos había sido fonda y centralita de teléfono. Disponía de una sala de espera -la antigua sala de estar de los huéspedes-, sala de consulta -el comedor- y sala de curas - la cocina-. Era una vivienda destartalada y sucia. Tres dependencias en las que la oscuridad, el óxido y la humedad se compaginaban a la perfección; esta última dejaba su huella en el hortera empapelado con el que se pretendía dignificar la sala de consulta y en el fétido olor con el que perfumaba las otras estancias. El estado del mobiliario era similar. Sillas y bancos destartalados, mesa y camilla heredadas de un posible hospitalillo eran los enseres a disposición de los pacientes y de la joven galena.

Así trabajó esta mujer en la década de los ochenta del pasado siglo. El consultorio se mantuvo así hasta la primavera de 1989, momento en el que se inauguró uno nuevo en medio de una polémica cuyos agentes principales fueron dos trasnochados caciques rurales escondidos en el coche de una edil del CDS. La restauración del Borbón en 1975 consolidó lo que había instaurado la de su bisabuelo cien años antes.

A pesar de las carencias, Belén hizo un buen trabajo y por eso algunos no olvidaremos su cercanía, profesionalidad y tino en sus diagnósticos. Un médico necesita obviamente medios, pero los puede ir supliendo con sus manos, con la observación, la indagación y un simple fonendoscopio. Los medios no lo son todo, son necesarios, pero la profesionalidad está por encima de aquellos y se alcanza con el estudio, investigación, compromiso, esfuerzo y tesón. La doctora Quesada fue y es un ejemplo. No dudó en poner en su sitio a quienes tenían querencia por las bajas laborales. Unos y otros cuando acudían a su consulta le contaban de paso su vida, sus historias, sus temores y preocupaciones, pero no faltaba quien presumía de cierto status, que no era tal, para invitarla a tomar el té, mientras que los humildes pacientes aguardaban estoicamente a aquella petulante vecina para ser atendidos. Belén aguantaba con humor y resignación aquellas jornadas.

Tuve la suerte como el resto de mis vecinos de ser su paciente en mi juventud y nunca olvidaré que gracias a ella curé una candidiasis contraída en el Centro Médico, que allí me diagnosticaron como unas anginas. Fue abrir la boca y lo identificaste a la primera. Tampoco olvidaré tu sugerencia en relación con mis estudios. Me propusiste que estudiase Sociología, pero no te hice caso a pesar de disponer de una buena cantera para hacer una tesis doctoral que bien podría titularse "Perfil de una consulta rural en el último cuarto del siglo XX".

La joven médica llegaba con su utilitario diariamente a Las Caldas. Al final de su estancia entre nosotros planificó junto con los compañeros de los consultorios de los alrededores un sistema de guardias durante los fines de semana. Si me permites voy a recordar una experiencia que tuviste la madrugada de un sábado. Recibiste una llamada porque la paciente estaba "cosía". Pensaste en una herida, pero te encontraste a una mujer aquejada de fuertes dolores que su marido definió en los siguientes términos: "cosía por los dolores".

Hemos sido desagradecidos contigo como colectivo vecinal. Nadie se acordó de organizar ningún acto para despedirte. Tus pacientes siempre dijeron que fuiste una buena médica; en su lenguaje, muy entendida y estaban contentos contigo, pero vivimos en España y estas cosas pasan. Las Caldas no es ajena a esta idiosincrasia porque forma parte de eso que ahora algunos trasnochados definen como la España plurinacional.

Cada vez que me encuentro contigo me alegro mucho. Sé que me sigues en la prensa, me animas a que siga escribiendo. Hoy no te ha hecho falta, lo hago porque me sale de lo más profundo de mi corazón porque es lo menos que puedo hacer. Te deseo una nueva etapa larga y próspera para que entre otras cosas escribas una novela que tenga como escenario principal una consulta rural. Estoy convencido que sería un éxito. Un fuerte abrazo.

Compartir el artículo

stats