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La mar de Oviedo

Cenizas

El chamusco de un incendio en una nave de la calle Almacenes Industriales me llegó a la nariz mientras leía yo poesía sentado en un pretil de Valdeflora; hace días, en un piso de Nueve de Mayo, donde Las Salesas, las llamas calcinaron a una señora, y otro abrasó el Bar Antón, cuando todavía no enfriaron las piedras de la fachada de Uría, donde falleció un bombero; anteayer, en otro incendio en Alborache, peligró un grupo de senderistas, y llegan a Oviedo las cenizas y el hollín del grandísimo incendio que arrasa la región de Fort McMurray, en Canadá, que lleva consumidas más de 500.000 hectáreas de bosque, superficie equivalente a media Asturias. Por lo que se deduce de las noticias, arde el Globo, no tanto por sus esquinas, que no las tiene, cuanto por todos sus meridianos, y por eso leo poesía, la cara amable de la información, testimonio de cómo sobre las cenizas florece la vida.

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