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Concejal de Seguridad en el Ayuntamiento de Oviedo

Memoria y palabra

Acerca de la aplicación de la ley de Memoria Histórica en Oviedo

El pasado 2 de diciembre la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Oviedo acordó el cambio de denominación de veintiún calles de la ciudad. Se dio así fin al proceso de actualización del callejero, iniciado meses atrás, para dar cumplimiento a la exigencia de lo que se ha dado en llamar Ley de Memoria Histórica.

Indudablemente, la cuestión no es pacífica y la decisión llega a la ciudad con muchos años de retraso. Otras poblaciones cercanas, sin evitar la polémica, afrontaron en su momento con determinación una de las consecuencias inevitables del final del régimen franquista. Así, desaparecieron de las calles los nombres de algunos personajes o episodios ligados al periodo dictatorial. No fue, sin embargo y como todos sabemos, el caso de Oviedo.

Hubo que esperar a la aparición a finales de diciembre de 2007 de una ley estatal que estableció la ineludible obligación para las administraciones públicas de proceder a la retirada de diferentes elementos que, a título personal o colectivo, exaltaran el régimen franquista, la guerra que le precedió o la represión que desencadenó. La ley fijó a este respecto un criterio objetivo, no temporal. Esto es, la retirada de ornamentos, placas, distinciones y demás elementos, no se limitó a aquellos datados con posterioridad a la sublevación militar de julio de 1936, sino a cuantos a la postre implicasen de facto algún tipo de reconocimiento a lo que fue el régimen del general Franco, o a las violencias, bélica y política, que lo caracterizaron.

A raíz de ello, el gobierno del Ayuntamiento de Oviedo, en el ejercicio de su competencia, constituyó en 2008 una comisión para estudiar el alcance de la aplicación de la ley en la ciudad. En medio de debates tensos y sin examinar todos los vestigios que el franquismo dejó en la capital, se propuso entonces la retirada de algunas estatuas y el cambio de denominación de varias calles. Pasados ocho años sólo se sustituyeron los nombres de tres vías y se retiró un elemento escultórico, siendo necesario recurrir al cauce judicial para lograr la retirada de los elementos que homenajeaban al dictador en la Plaza de España. Tras las elecciones de mayo de 2015, el nuevo equipo de gobierno, en el ejercicio de sus competencias, recabó el asesoramiento de diferentes personas y entidades con el objetivo último de hacer efectivo el compromiso que había ofrecido a la ciudadanía: cumplir la Ley de Memoria Histórica. Fruto del trabajo desarrollado, la Junta de Gobierno municipal recuperó la propuesta de modificación de once nombres planteada por la comisión de 2008, que dormían en un cajón, a los que añadió otros diez.

En medio del ruido generado tiene su lógica que haya quien no quiera escuchar las razones expuestas, ni tampoco oír hablar -o dejar hablar a los demás- de la colaboración activa de algunas personas, a las que se les ha retirado el "honor" que representa figurar en el callejero de la ciudad, con la rebelión militar de 1936 o con la acción represora del régimen. No se quiere escuchar, por ejemplo, que a Calvo Sotelo no se le otorgó un reconocimiento en plena guerra por ser mejor o peor ministro, sino por ser el "protomártir de la Revolución"; o que la calle 19 de julio recibió tal nombre por ser el lugar en el que había dado comienzo el alzamiento "contra el gobierno marxista"; o que la plaza de la Gesta no homenajea, como se ha querido hacer creer, el sacrificio de ambos bandos, sino que se trata de un espacio que en veinticuatro años (1937-1961) tuvo cinco denominaciones diferentes, todas ellas ligadas a la exaltación de la dictadura y la guerra a las que la ley se refiere: Plaza de José Antonio Primo de Rivera, plaza Aviador Ruiz de Alda, plaza de los Caídos, Grupo escolar La Gesta de Oviedo y finalmente Plaza de la Gesta de Oviedo.

Como digo, la polémica está ahí, pero su mera existencia debería hacernos reflexionar al igual que el hecho de que hayan sido necesarios 40 años desde la muerte del dictador y una ley para que en Oviedo se haya dado un paso que debería haberse producido hace ya mucho tiempo. ¿Por qué? La razón es obvia: una democracia, por joven que sea, no puede convivir con el tributo y reconocimiento a un régimen dictatorial. Mucho menos puede consentir que el mero paso del tiempo acabe edulcorando los vestigios del horror, aunque se trate del nombre de una plaza o una calle. Nuestro pasado es el que es y a lo que debemos aspirar -es mi opinión- es a construir una sociedad diferente en la que no se cultiven ni el ruido ni el silencio, sino la razón, el respeto y la palabra

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