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Un defensor de la ética empresarial

El pasado martes recibimos la triste noticia del fallecimiento de don Juan Urquiola, directivo de diversas empresas punteras en Asturias, en sectores muy distintos: industriales, energéticos, bancarios, etcétera. Al margen de sus importantes méritos y logros en estas actividades, que otras personas a bien seguro recordarán por el peso que ha tenido durante muchos años en el panorama empresarial de Asturias, quiero dejar mi testimonio personal sobre la figura de don Juan, como así le llamamos quienes tuvimos el privilegio de trabajar con él durante nuestra vida profesional.

En un mundo empresarial en el que con demasiada frecuencia priman el oportunismo, la falsa apariencia, la mediocridad, y el peloteo, don Juan encarnó y promovió justamente lo contrario. Defensor ante todo de la ética empresarial, la buena educación y cuidado de las formas y el trabajo en equipo, valoró los méritos personales de las personas que le rodeaban, su iniciativa y espíritu de trabajo, por encima de lo superfluo, la simple obediencia, o la extendida complacencia que, como un virus, se apodera a veces de las empresas y del ego de sus directivos.

Para don Juan, y según el mismo decía, todas las empresas en el fondo son iguales, y las que los hacen distintas son las personas que trabajan en ellas. Esa permanente fijación por mirar en las personas, en sus méritos y en lo que llevan dentro, al margen de opiniones casi siempre interesadas, y apariencias, fue lo que hizo, en mi opinión, de Urquiola, como nos referíamos a él con todo el respeto cuando no estaba delante de nosotros, una persona y un directivo especial.

En mi memoria, y después de una larga trayectoria profesional en la que no faltan buenos y malos momentos, propios de los tiempos que nos toca vivir, siempre quedará el recuerdo de Don Juan, antes de entrar en una reunión, con los deberes hechos y las ideas claras, apretándome cariñosamente el nudo de la corbata, y diciéndome: "Sé valiente, explícate bien, aprieta, y al final, en lo que tengamos que ceder, cedamos".

Descanse en paz, don Juan, y muchas gracias.

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