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Chus Neira

Apadrina una pinacoteca

La falta de ambición lastra una de las mejores colecciones del país

Antes de que la abuela diera a luz, al museo de Bellas Artes de Asturias lo mirábamos con otros ojos. Con los de un niño que contempla de reojo al tío abuelo solterón en una esquina de la salita. Luego llegaron los cuñados. Y la cosa cambió. Al viejo museo le cayeron aún más años encima al tener que medirse con los equipamientos culturales recién horneados por las administraciones públicas. Laboral o Niemeyer parecían la meca del Arte, así con mayúsculas, al lado del Palacio de Velarde. El cuento, en realidad, no acaba tan mal para los ancianos de la tribu. Aunque el final debería ser mucho más feliz.

Porque en Oviedo no teníamos un ejército de impresoras 3D ni a Brad Pitt, pero sí un apostolado del taller del Greco, a Goya, a Sorolla y a todos los nuestros. El Museo de Bellas Artes era, y sigue siendo, una de las mejores pinacotecas nacionales de provincias. Quizá por eso, por la ampliación a medias y por la nueva dirección, el museo ha logrado quitarse algunos años de encima y enseñar un poco de músculo. Sus más de quince mil piezas (que hay que custodiar y conservar) no cambian, pero el envoltorio es importante, y el museo ha logrado salir de ese estado de semicriogenización en el que estaba desde los ochenta. Lo digo medio en broma para tratar de hacer más evidentes algunos hechos, pero, sin ir más lejos, su página web estuvo hasta hace dos días en el mismo estado en que alguien, en un impulso pionero, debió de diseñarla con un macintosh 128k.

Ahora, el museo de Bellas Artes ya tiene una web nueva, una ampliación parcial y más talleres infantiles. Sólo le queda acabar la ampliación, aumentar personal o, al menos, que convoquen las dos plazas de conservadores que el Principado ya tiene desde hace tiempo en el presupuesto, fondos para adquisición de nueva obra, unos euros para publicidad y márketing o, no sé, una tienda como la que tienen todos los museos y no unas baldas con media docena de libros.

Frente a los 12.000 visitantes (26.214 si sumamos usuarios) de Laboral Centro de Arte, el Museo ya supera los 90.000 al año. Por ahí andaba el Niemeyer hasta que en el último ejercicio creció más de un 25%. Claro que en el Museo de Bellas Artes sólo hay cuadros que contemplar y conservar. No obras de teatro, no conciertos, no circo, no Julio Verne. Otra cosa que no hay es entrada, y en la Catedral, sin ir más lejos, desde que la pusieron están que se salen. Quiero decir que hay Museo para rato pero hay que mimarlo. La gente ya lo visita y el contenido no hay que programarlo. Sólo hace falta un poco más de ambición por parte de las administraciones y de la sociedad civil. El Bellas Artes es grande, es nuestro y aún puede ser mejor.

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