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El Otero

¿Qué es poesía?

La necesidad de contar con artesanos de versos en la vida cotidiana

Desde que el hombre es hombre, interrogarse sobre aspectos esenciales de la vida es consustancial a la propia condición humana. Gracias a esa búsqueda de respuestas hemos avanzado mucho. Sin intención de plagiar a Bécquer, preguntarse qué es poesía es, sin lugar a dudas, una buena cuestión. Aristóteles decía, tiempo ha, que la poesía es más profunda y filosófica que la historia. Para Lorca la poesía era la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse y que forman algo así como un misterio. Nuestro Ángel González, arquitecto de las más bellas líneas escritas, creía que escribir un poema se parecía a un orgasmo?

A buen seguro que a lo largo de la historia se han sembrado miles de definiciones a la espera de ser cosechadas por unos oídos hambrientos. Porque el mundo, aunque no lo parezca, está henchido de versos. Unos vivos y pletóricos; otros arcanos y silentes. Quién sabe cuántos versos sentidos nunca pasarán del umbral del silencio. Cuántas veces la misma vida cotidiana ha sido el mejor poema no escrito: palabras calladas. Sentimientos mudos y anónimos. Lágrimas volanderas. Silencios indefinidos, truncados, sin querer, en pura poesía. Tal vez, también, el mejor poema pudiera ser solo una mirada. O un hijo. Quizá un atardecer calmo en un paisaje esencial. O esa mirada lánguida, pero orgullosa y fiel, de un perro acurrucado a tus pies. En paz. Cuántos poetas deberán sus mejores tintas a un adiós. A un tal vez. A la dolorosa espera de un futuro soñado y vivido a crédito. Y cuántos versos, que nunca serán susurrados, estarán desparramados en el oscuro vientre de un olvidado cajón polvoriento. Líneas trémulas e inseguras abandonadas en una vieja carpeta preñada de gritos silenciosos, frutos de horas de desbocadas angustias adolescentes.

Miríadas de afectos del alma que se comunican con la vida a través de un modesto lápiz. Y que nadie leerá. Sólo los poetas más valientes vencen sus miedos, derrotan a sus fantasmas y logran desnudar su alma. Compartir con el mundo su corazón. Todo su ser.

El pasado día 21 se celebró el Día Internacional de la Poesía, declarado en 1999 por la UNESCO. Irina Bokova, directora general de la organización hasta 2017, considera que la poesía es "una ventana a la excepcional variedad de la humanidad". Bien está.

Y aquí, en Asturias -pura poesía sin duda alguna- también hay iniciativas que luchan por mantenerla viva y vigorosa. Así tenemos, coincidiendo con esa efeméride, el fallo del premio internacional de poesía "Jovellanos" al que se presentaron en esta última edición 2.500 escritores de 24 países. Todo un éxito.

Y voces, como la de Graciano García, siempre activo, empeñado en que Asturias sea, ese día, Capital Mundial de la Poesía, porque "al mundo le faltan versos". Vaya desde aquí mi apoyo a ese proyecto al que deseo el mejor futuro. Porque el mundo necesita más poesía, qué duda cabe, así que reguemos las calles de Oviedo y de Asturias de poesía. Escrita, pensada, vivida o soñada, da igual. Seamos artesanos de versos imaginados en el respirar cotidiano.

Gabriel Celaya nos legó su propia respuesta: la poesía es un "arma cargada de futuro". Y, cómo no, "necesaria como el pan de cada día / como el aire que exigimos trece veces por minuto".

¿No creen?

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