Oviedo necesita un recinto ferial tanto como le sobran todas las fabulaciones que sobre un equipamiento de estas características se vienen tejiendo desde hace más de dos décadas. Si el ruido es proporcionalmente inverso a las nueces de la feria, uno desearía que cesaran ya las invenciones, se pusieran todos de acuerdo y trataran de plasmar en un papel, primero, proyecto de ejecución, después, y así sucesivamente hasta aproximarse al hormigón que pueda dar cobijo a la maquinaria industrial, el concierto de rock o los quesos del país.
Lo grave es que el nivel de improvisación ha seguido en aumento, y de todos los hipotéticos recintos feriales salidos de los anteriores mandatos del PP hemos pasado a un gobierno tripartito que ha llegado a prometer un recinto ferial en cada esquina con la misma insistencia con la que el Che predicaba la multiplicación de conflictos tipo Vietnam por todo el planeta.
La última bronca ha surgido por la ocurrencia del concejal de Economía y Turismo, Rubén Rosón (Somos), de citar la Feria Internacional de Muestras de Gijón como modelo. Pero la respuesta de sus socios socialistas, más allá de intentar hacer ver que el Alcalde es el que manda en cuestiones centrales, los asuntos "de ciudad", no está clara. No se sabe si lo que no gustaba era compararse con los vecinos o identificar la vieja Fábrica de Armas como contenedor ferial. Si es la segunda opción, por mucho que el Alcalde hable de industria biosanitaria, tecnología de seguridad, incluso, para el recinto de La Vega, no es menos cierto que ellos mismos han afirmado muchas veces que en esos 120.000 metros cuadrados cabe también un pabellón de ese tipo. Por caber, no cabría todo el recinto Luis Adaro, con 160.000 metros, pero sí diez pabellones de La Magdalena como los de Avilés. Aunque para eso habría que tirar unas cuantas naves o acondicionar alguna de las que ya existen, como el taller de M1, uno de los de mayor superficie y en mejor estado de conservación.
