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MANUEL GALÉ | Presidente de la Federación de Tenis del Principado de Asturias

"En el fútbol había cromos que te lo daban hecho, pero en el tenis tenías que buscártelo todo"

"Un jesuita del colegio de la Inmaculada, el padre Constantino Fernández, nos decía habitualmente: 'Los chavales de Gijón hacen el gamberro siempre; los de Avilés, a veces, y los de Oviedo, cuando deben' "

Por la izquierda, Galé, Axel Álvarez Llamas y Rafa Nadal, en una foto de 2006.

Manuel Galé Iglesias, Manolo Galé, tuvo un tío, Juan Teodoro Galé, que dio la vuelta al mundo como representante de importantes marcas parisinas y coleccionó un número inmenso de fotografías de Japón y otros lugares y de objetos artísticos del Imperio del Sol Naciente. Esas mismas rutas globales las cubrió décadas después Manolo Galé -que conserva en su domicilio de Salinas objetos de su tío- en pos de su gran afición: el tenis, deporte que promovió con ahínco en Avilés y en toda Asturias. Así, fue presidente del Club de Tenis de Avilés durante veinte años y en el presente suma 19 como presidente de la Federación de Tenis del Principado de Asturias. También fue presidente de la primera escudería de Avilés de coches de rallye y del Orfeón Municipal de la Villa del Adelantado. Ahora dicta sus "Memorias" para LA NUEVA ESPAÑA en esta entrega y otra más, mañana, lunes.

De Huesca a Avilés. "Nací el 3 de octubre de 1939 en Avilés, en la calle que entonces se llamaba General Franco y ahora es La Cámara. Mi padre, Manuel Galé Pérez, había nacido también en Avilés y su padre fue el fundador de la confitería Galé en 1876. Este abuelo, paterno, Manuel Galé Gán, era aragonés, de Siresa, en Huesca, y Galé debe de ser un apellido bastante aragonés porque, por ejemplo, la campeona del mundo de jotas se llamaba Felisa Galé. Mi abuelo era un gran confitero, aunque creo que mi padre lo fue todavía mejor porque en 1920 hizo algo que ahora se estila, pero que entonces era rarísimo: mi abuelo lo envío a perfeccionarse en confitería en Madrid, Lisboa y París, es decir, donde se hacía la mejor repostería en aquellos años".

Arte japonés. "Mi abuelo se casó en Avilés con Amelia Pérez Miranda y tuvieron 13 hijos, aunque uno de ellos falleció a los pocos meses de vida. Entre todos esos hermanos había un registrador de la propiedad, un ingeniero industrial y el mayor de todos, Jesús Teodoro Galé Pérez, que nació en 1877 y murió en 1929, y sobre el que se está haciendo una tesis doctoral en la Universidad de Oviedo, con la profesora Yayoi Kawamura, por haber sido pionero, en Asturias y España, de la importación y coleccionismo de arte japonés. Hubo una exposición sobre él en Avilés y en el Museo del Pueblo de Asturias, en Gijón, que se llamó 'Asturianos en el Imperio del Sol Naciente. Japón a través de las fotografías de Jesús y Juan Galé', que era su hijo".

Golpe en el ojo. "Mi padre había nacido un año después que él y cuando tenían 7 u 8 años estaba un día en casa jugando con un palo y sin querer mi tío golpeó a mi padre en el ojo. Hay que imaginarse cómo era la oftalmología en aquella época, así que a mi padre le pusieron un apósito en el ojo, pero le molestaba y acabó quitándoselo, por lo que se quedó tuerto. A raíz del golpe, mi abuelo cogió un cabreo tremendo, y como a través de los negocios de confitería tenía muchos contactos, mandó a su hijo mayor a Alemania, con un cartel en el pecho para que llegara a su destino. Este Juan Teodoro era muy inteligente, en seguida aprendió idiomas y llegó a hablar diez o doce. En París llegó a ejecutivo de la farmacéutica Grimault & Co, y de las perfumerías Rigaud. Y a partir de comienzos de siglo comenzó a realizar viajes como representante comercial. Le pagaban en libras esterlinas, y una cantidad que hoy sería bastante dinero. Tenía una gran posición y muchas relaciones, y se casó con Reneé Moureau, hija de un diplomático francés. En la familia contaban de él que estaba en París y de pronto decía: 'Vamos a ir a Génova, para ver el cementerio', que al parecer es impresionante, porque los italianos son muy teatrales".

Destierro disciplinario. "Viajaba por todo el mundo cuando no había aviones, y lo hacía en barco. Le estaban esperando sus contactos y los ricachones del comercio en Calcuta, Singapur, Tailandia, Shanghai, Hong Kong y Japón. Es curioso que luego he recorrido muchos de esos lugares por el tenis. Durante sus viajes hizo una cantidad enorme de fotografías y de Japón traía también fotos coloreadas, pinturas y otros objetos. Conservo de él varios cuadros y unas colchas orientales. Pero lo más curioso es que de aquel episodio del ojo de mi padre salió este hombre viajero que recorrió todo el mundo. Ya digo que mi abuelo se había cabreado muchísimo con mi tío y la consecuencia fue una especie de destierro disciplinario para que, de paso, se hiciera un paisano. Por supuesto, la relación de mi tío con su padre siempre fue muy buena".

Queso de almendra Galé. "El abuelo había creado la primera confitería, pero después hubo otra más en la que estaban mi padre y otro hermano suyo, Santiago. Ambos estaban casados con unas hermanas, Josefa Iglesias y María Iglesias, mi madre. A mi abuelo le fue bien el negocio porque donde vivía la familia en Avilés, en la calle de La Cámara, al lado del bazar La Economía, había dos casitas pequeñas que él compró para derribarlas y construir la casa de los Galé. Como eran doce hijos, más sus padres, más las empleadas domésticas, que podían ser varias, el número total podía llegar a 20 personas, con lo que la casa tenía planta baja, tres pisos y una buhardilla. Mi padre trabajaba en la confitería y como se había perfeccionado fuera de España también creaba dulces, como el queso de almendra Galé, que se llamaba así no porque fuese un queso, sino porque era un pastel de almendra y yema. También creó el Pumariega, que era el apellido de un famoso escritor de Avilés, Julio Pumariega, amigo suyo. Nosotros fuimos dos hermanos, María del Carmen y yo, y nos hicimos cargo de la confitería hasta su cierre, cuando ya había cumplido más de 100 años quise dejar el negocio a mis sobrinos, porque yo soy soltero y sin hijos, pero cada uno hizo su carrera y en casa siempre escucharon que un establecimiento así era muy esclavo, así que prefirieron seguir su camino".

Internos de estreno. "Hasta los 7 años estudié en el colegio de las monjas del Santo Ángel de la Guarda, al lado de mi casa, donde el palacete de Maqua y al lado de La Economía. Pero el negocio de mis padres era muy absorbente y mi madre quería que yo fuese a los Jesuitas, así que me mandó al colegio de la Inmaculada de Gijón y a mi hermana, al colegio de la Asunción. Estudié con los Jesuitas de Gijón diez años, de 1947 a 1957, y además en un internado como los de antes. De hecho, fuimos los internos que estrenamos el internado en el propio edifico de colegio, ya que al estar destruido tras la guerra los alumnos iban a dormir a un edifico de la calle Cabrales. Coincidí en el colegio con los hermanos Botín y recuerdo que como Jaime estaba estudiando dos curso en uno le dejaron un cuarto en la enfermería del colegio para que pudiera estudiar por la noche, ya que si se encendía una luz en el dormitorio de internos la veíamos todos".

De Deusto a Oviedo. "Recuerdo lo bueno del colegio. A los jesuitas como el padre Von Riedt Meana, cuya madre era de Gijón; al padre Jesús Villameriel, que me dio el numero de colegial, el 426; al padre Treceño, que tiene ya 103 años y acaba de trasladarse a Salamanca. Fui muy amigo del padre Constantino Fernández, un gallego que era inspector y prefecto de disciplina. Él solía decir: 'Los chavales de Gijón hacen el gamberro siempre; los de Avilés, a veces, y los de Oviedo, cuando deben'. Yo caía bien a los jesuitas porque era muy abierto y quizá tenía fama de que me trataban demasiado bien. Estuve allí de los 7 a los 17 años y pasaba bien los cursos: sobre todo aprobaba y tenía algún notable o sobresaliente. Continué estudiando con los Jesuitas en Deusto, pero llevaba allí dos años cuando muere mi padre y mi madre queda sola en Avilés porque mi hermana estaba estudiando en el extranjero, primero en Dublín y luego en Londres. Lo que yo estaba haciendo en Deusto era Derecho y Economía, pero aquí no había y me puse a cursar Derecho en la Universidad de Oviedo. Al cabo de otros dos años, como yo sabía que no iba a ejercer, lo dejé y me dediqué a la confitería. Mi hermana sacó el Proficiency en inglés, que era muy duro, y trabajó en la BBC como redactora. Pero un día saltó la notica de que Franco había indultado a un condenado a muerte y coincidió que el 'speaker' en castellano no estaba, así que le pidieron a ella que hiciera la locución para España".

El remate de Santana. "En mi afición al deporte y al tenis influyó el recuerdo de un primo hermano, Gonzalo Díez Galé, Chalo Galé, que fue de la 'delantera eléctrica' del Real Oviedo: Casuco, Gallart, Lángara, Galé e Inciarte. Era también registrador de la propiedad pero murió con 26 años en la Guerra Civil. Había sacado plaza en Getafe, pero no llegó a ocuparla. Este primo jugaba muy bien al tenis con Campanal, el tío de Marcelo Campanal y componente de la 'delantera Stuka' del Sevilla. Cuando empecé a aficionarme al tenis había cromos de jugadores de fútbol, que te los daban todo hecho, pero no los había de tenis y yo tenía que buscar en el 'Marca' lo que hacían los grandes como Rod Laver, Ken Rosewall o John Newcomb. Luego llegó Santana y acabo de rematar mi afición".

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