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Historias de perros que salvan a sus dueños

En una de las regiones con más canes de España, el labrador negro "Jazz" ayuda a caminar a niños con parálisis, el perro policía "Otto" protege a su dueña y "Friday" devuelve la vista a su propietaria

Historias de perros que salvan a sus dueños

"Otto" oye un ruido, pone la cola tiesa y abre bien las orejas. Su dueña, la avilesina Desirée Rodríguez, ya sabe que está en modo ataque. Hace cuatro meses que dejó la Policía Local de Gijón, pero este pastor belga malinois, de casi 9 años de edad, no puede quedarse quieto cada vez que detecta un peligro. Nació para proteger a los buenos y así lo hace cada día en su nuevo hogar. "El otro día un vecino me saludó dándome una palmadita en el hombro y él se puso como un loco a gruñirle; siempre está pendiente de mí", cuenta Rodríguez. "Otto" no olvida su pasado: fue una estrella en la detección de estupefacientes y gracias a su olfato perruno metieron entre rejas a muchos narcotraficantes. Su historia heroica recuerda a la de "Cala" y "Brutus", dos cachorros de pastor alemán que hace una semana salvaron la vida a su dueño. El blimeíno Omar Menéndez se libró del incendio de su casa al ser despertado por sus perros con lametones y ladridos. Ellos corrieron peor suerte y murieron asfixiados en el interior de la vivienda. Sin embargo, la leyenda de "Otto" sigue viva.

Desirée Rodríguez, de 28 años, lo adoptó el pasado septiembre a través de la asociación "Héroes de 4 patas", integrada por siete policías nacionales que en su tiempo libre se dedican a buscar una familia a sus antiguos perros. "Otto" trabajó codo con codo con el agente local Fran Prendes, con el que sigue en contacto. Todo lo que tiene de valiente, lo tiene de mimoso: "Es muy cariñoso, me sigue a todas partes. Muchos días llego a casa cansada o de mal humor y es verlo y olvidarme de todo. No podría vivir sin un perro". De hecho, llegó a tener tres a la vez, dos de ellos también policías, que fallecieron el año pasado. El dolor de esas pérdidas las superó con "Otto", que ahora llena su vida de felicidad. "Mucha gente no lo entiende, pero yo creo que da igual no tener dinero. Un perro te enriquece y te hace ser mejor persona", se sincera.

Como ella piensan miles de asturianos. O eso es al menos lo que se desprende de las estadísticas, que convierten al Principado en el paraíso de los perros. En Asturias hay un total de 164.463 canes, según datos del Registro Informático de Animales del Principado de Asturias (RIAPA), que gestiona el Colegio Oficial de Veterinarios. Es decir, que por cada 10 habitantes hay 1,5 canes. La ciudad más perruna de todas las de la región es Gijón, con 23.077 mascotas y una gran variedad de locales "pet friendly" (se admiten mascotas). La web "Señor Perro", especializada en el ocio canino, sitúa a la villa de Jovellanos entre las nueve ciudades de España con más bares, tiendas y hoteles abiertos para los chuchos. A nivel nacional, la Asociación de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía (ANFACC) estima que en todo el país hay 5,4 millones de perros. Muchos de ellos con historias fascinantes, que demuestran su fidelidad y amor por el ser humano. Un perro ya no es sólo el amigo del hombre, sino también su salvavidas.

Una de estas hazañas la protagonizó en 2013 un can de la asociación protectora de animales "El Trasgu", de Mieres. "Zoe", una pequeña perra mestiza, inquieta y muy cariñosa, evitó la muerte de un bebé en Amsterdam al alertar a su dueña de que el pequeño no respiraba. El animal había sido adoptado meses antes por una familia holandesa y dormía junto a la cuna del niño. Los ladridos permitieron a su dueña, Rachelle Wiertz, localizar a su hijo y reanimarlo. Nunca podrá devolverle el favor.

Acostumbrados a salvar vidas están "Blues" y "Aira", de cinco y cuatro años respectivamente. Los dos trabajan con la asociación asturiana "Entrecanes" en terapias con niños autistas, menores en riesgo de exclusión social, víctimas de la violencia de género, ancianos o jóvenes que hayan sufrido abusos sexuales, entre otros colectivos. "Blues" y "Aira" son los más veteranos de un equipo formado por otros seis perros y once profesionales. La presidenta de la asociación, Tachira Carmona, asegura que "Blues", un labrador de color crema de lo más amoroso, es un "todoterreno". "Le encanta trabajar, sobre todo, con niños. Siempre está feliz y nada le molesta". Por su parte, "Aira", un golden retriever marrón claro, es "muy empática y entiende el lenguaje verbal como nadie". Eso sí, no le gustan nada las cámaras. "Ni con el teléfono móvil conseguimos hacerle una foto", bromea el psicólogo William Jara, de "Entrecanes".

Para Tachira Carmona, tanto "Blues" como "Aira" son sus "maestros" y sus "compañeros de trabajo y de vida". "Aportan muchos beneficios. Tenemos un niño de 8 años con parálisis cerebral que no habla y al principio sólo movía un dedo. Ahora, hasta camina", explica. Y todo gracias a "Jazz", el labrador negro del equipo. La clave, según Carmona, está en la motivación. Por ejemplo, que el perro salude si el paciente realiza un movimiento nuevo. "Si les gustan los animales, eso siempre funciona. Porque no es lo mismo tener que moverse por obligación que por diversión", detalla. Con las víctimas de violencia de género, los canes dan apoyo afectivo. "Normalmente son mujeres que tienen muy mermado el contacto con las personas. Con los animales se abren más y les ayudan a superar esos miedos".

El mastín de Jaime Alonso no salva personas, pero sí ovejas. El perro, que no tiene nombre y responde a su dueño con un simple "¡ven aquí!", es un guardián nato. Desde los cuatro meses -ahora tiene ocho años- se dedica a proteger al ganado de los lobos en los Picos. "Está día y noche con ellas. Ya llueva, viente o nieve. Duerme y come con ellas. Es como una oveja más, nunca las abandona", afirma Alonso, ganadero y productor de queso en Gamonéu de Cangas de Onís. Pero no es una oveja cualquiera, es la "oveja líder". El mastín planta todos los días cara a los lobos. "Todavía el domingo pasado hirieron a dos ovejas. Si no fuese por el perro, hubieran muerto todas", dice. Alonso, que tiene un rebaño de 50 ovejas, asegura que ahora ataques los hay "cada poco". El hombre no siente un cariño excesivo por el animal, pero sabe que sin él estaría perdido.

En Oviedo, Silvia Borrego y "Friday" forman la pareja perfecta. Ella, afectada desde niña por un glaucoma congénito, es psicóloga en la ONCE y él, un perro guía de cuatro años de edad y pelo negro. "Es genial. Trabaja muy bien y me aporta una libertad y una autonomía increíble. Con él volví a sentir lo mismo que cuando veía". Borrego, sevillana de 25 años aunque afincada en Avilés, tiene un 16% de visión en un ojo y lleva una prótesis en el otro. "Me quedé casi ciega a los 21 años, en tercer curso de carrera. Fue muy duro, tuve que aprender a hacerlo todo de nuevo y a cambiar la forma de estudiar", explica. "Friday", que se llama así por el día "más divertido" de la semana, es desde hace dos años y medio una motivación para sonreír. Le come a besos sin parar.

-¿Qué le aporta "Friday"?

-Todo. Para empezar evita que un coche me atropelle si no lo oigo, que ya es bastante. Pero además me ayuda a orientarme. Por ejemplo, si él ve que en una acera hay obras, me lleva por el camino más idóneo.

-¿Y si le quitasen al perro...?

-Puf, lo pasaría muy mal. Le tengo muchísimo cariño y gracias a él, tengo libertad. Cuando está trabajando se concentra mucho, pero cuando le quitas el arnés cambia por completo; se vuelve un perro y a veces la lía. Es muy sociable y le gusta mucho jugar con otros animales. Yo ya les digo a mis padres que "Friday" es su nieto.

-Su nieto, ¿por qué?

-Porque lo quiero como a un hijo.

El mismo cariño desborda la ovetense Mar de la Roza por su perra "Telva". "Es la princesa de la casa", dice, mientras la saca de su carricoche, una versión similar al de los bebés. "Telva" es un yorkshire de nueve años. Lleva un gancho rosa en la cabeza para sujetar su flequillo a juego con el chubasquero. Va a la última. "Si tienes un animal es para tratarlo con todas las consecuencias. Yo lo considero un miembro más de la familia. Si no tienes tiempo y lo vas a dejar abandonado, no tengas un perro". Ésa es su filosofía. Según cuenta, su mascota es muy sensible y necesita una atención constante. Tiene alergias en la piel y cada poco tiene que pasar por las manos de Rubén y Olalla Fernández, sus peluqueros. "Es un lujo que 'Telva' tenga a una dueña así", asegura Olalla, de la peluquería ovetense Dogger.

"Telva" es para Mar de la Roza su "amor incondicional". "Con la alegría que ella te recibe en casa, no lo hace nadie", afirma. Por eso su familia la tiene en cuenta para hacer cualquier plan. Incluso para ir a la playa. "Procuramos ir a arenales donde haya dunas y la perra no pueda molestar", explica. "Telva" es un trozo de pan, nunca protesta y se vuelve loca con las pelotas. Lo que lleva mal es el agua. "La tengo que llevar por el borde de los edificios para que no se moje". Eso sólo significa una palabra: amor. Amor por los perros. Porque ellos lo dan todo sin esperar nada a cambio.

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