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El futuro de la educación superior

Universitarios: preparados para parados

Las elevadas tasas de titulados en Asturias, combinadas con un paro juvenil galopante, ponen en solfa el paradigma de que el paso por la Universidad es el mejor camino para encontrar un buen empleo

del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). laura caraduje

Jóvenes, sobrecualificados y con bajas expectativas laborales. Esa podría ser la radiografía de la población asturiana en la treintena donde más de la mitad de las personas entre 30 y 34 años cuenta con estudios universitarios. La segunda tasa más alta de España en esta franja de edad. Ese aparente caldero de talentos ofrece una doble cara. ¿Es el mercado laboral capaz de absorber a todos esos profesionales? Pese a la insistencia desde ámbitos académicos de que "no es malo estar sobrecualificado" los datos dicen lo contrario. Somos la tercera comunidad con menor tasa de actividad entre la población de 16 a 29 años. La tasa de desempleo entre la población joven de menos de 30 años, del 39%, a diferencia de la tendencia del conjunto de comunidades españolas, ha aumentado un 15,44% en el último año. La nota positiva llega del mejor posicionamiento de las mujeres jóvenes en el mercado laboral con respecto a otras regiones. "La solución pasa por ampliar el número de empleos de alta cualificación", apunta un destacado miembro del claustro universitario.

Pero, ¿a qué responde esa realidad? Asturias, junto con el País Vasco, es una de las dos comunidades autónomas con mayor proporción de población joven con titulación universitaria. En el año 2015, un 38,7% de la población joven contaba con estudios universitarios en el conjunto de países de la Unión Europea. España supera esa media y se sitúa en un 40,9%, pero con grandes diferencias regionales. Asturias la sube, incluso, al 52,9%, en cabeza junto al País Vasco, Madrid y Navarra. A diferencia de Canarias, Andalucía, Baleares y Ceuta y Melilla, en el vagón de cola. Estos datos del "Eurostat Regional Yearbook 2016", y enfocados hacia la realidad española a través del análisis realizado por el Instituto de Estudios Económicos (IEE) llevan a una primera conclusión simple pero, a la vez, de mucho trasfondo: ¿Están los asturianos sobrecualificados? "Es una ventaja tener una población universitaria altamente formada, otra cosa es que pone de relieve un problema de brecha con el empleo". Quien así habla es el exrector de la Universidad de Oviedo, Juan Vázquez, que fue presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), es catedrático de Economía Aplicada en la universidad asturiana y voz autorizada en ámbitos académicos. No comparte Vázquez la opinión de quienes defienden que no se debería cultivar en exceso ese alto nivel de capital humano con formación universitaria. De hecho, insiste: "Asturias tiene una larga tradición de población universitaria". Es una "brecha favorable", opina.

¿El problema? No todos los titulados logran finalmente emplearse. "Ahí llega la frustración", reconoce Vázquez. Ahí entran en juego las disfunciones entre la demanda de determinados estudios y la oferta de empleo. El también economista Manuel Villa Cellino, presidente de la Fundación Antonio de Nebrija y del consejo rector de la Universidad Antonio de Nebrija cree que el exceso de oferta universitaria tienen mucho que ver con esos desarreglos en el desempleo juvenil. "Cualquiera hoy, puede entrar en cualquier carrera, excepto Medicina, Matemáticas y algunas otras. Es difícil exigir más cuando no estás seleccionando a los mejores", opina. "Hay que subir los niveles de exigencia. La Universidad tiene que ser aspiracional, un sitio donde los que quieran entrar se tienen que esforzar", agrega.

Pero, ¿de qué depende esa selección de los mejores talentos? Un informe de la Conferencia de Consejos Sociales de las Universidades Españolas sitúa a la formación superior como un paso más en una ficticia cadena de valor asociada en este caso al producto formativo. Hablar de producto o servicio de formación es algo dinámico, y como tal se espera que sea acorde con las necesidades del mercado, de manera que "se debe confeccionar una oferta que responda a esas necesidades", recoge un estudio firmado por Patricia Montesinos, Juan Carlos Rodríguez, Paul Verrie, Margarita Araujo, Sergio Altea, y Consolación Gil. "Hemos bajado los niveles de exigencia y mucho", sentencia Zulima Fernández, catedrática de la Universidad Carlos III de Madrid donde fue vicerrectora con Gregorio Peces Barba.

La aplicabilidad de la formación recibida a la vida laboral y cómo esos estudios ayudan a promocionar o cambiar de empresa son algunos de los aspectos que se señalan en el estudio de la Conferencia de Consejos Sociales de las Universidades Españolas como prioritarios para evaluar el éxito de la cadena de valor de la educación. La clave en este asunto la apuntaba el pasado agosto durante la tradicional cumbre de rectores y exrectores de la Universidad de Oviedo el catedrático de Petrología y exrector de las universidad de Alicante y Menéndez Pelayo de Santander, Salvador Ordóñez. "Habría que ver cuántas personas son capaces de obtener un salario mucho mayor con la carrera que han estudiado que si no la hubieran cursado, o cuánto de útiles han sido los conocimientos que se le han dado en la Universidad para alcanzar un puesto de trabajo", planteaba Ordóñez, lenense de nacimiento que también ocupó la Secretaría de Estado de Universidades con el gobierno de Zapatero.

En los últimos años, las enseñanzas universitarias, y también la Formación Profesional y los estudios de posgrado han crecido exponencialmente mucho más rápido que la cantidad de puestos de alta cualificación en una economía basada hasta hace pocos años en el ladrillo y todavía ahora en el sector servicios. De hecho, la proliferación de universidades en las últimas décadas hasta llegar a 74 campus públicos y privados ha permitido que la tasa de graduados universitarios entre los jóvenes españoles sea superior a la media de la Unión Europea. "Eso no tiene por qué significar más desempleo o empleo de menor cualificación", matiza Ignacio Villaverde, secretario del Consejo Social de la Universidad de Oviedo y catedrático de Derecho Constitucional. "Tenemos un sistema educativo que no da alternativas. La Universidad se considera una continuación natural del Bachillera", añade, " y a la Universidad se le ha perdido ese respeto que teníamos antes; la Selectividad ha dejado de ser esa gran prueba de madurez como teníamos antes que era", subraya Villaverde.

Al otro lado de la sobrecualificación entre jóvenes empleados, el alto índice de paro juvenil puede tener, según los expertos, graves consecuencias a largo plazo a nivel individual por la "cicatriz profesional y afectiva" que genera el hecho de que, tras la crisis, "los empresarios no tienden a contratar a personas que han estado en paro", sino a los que están saliendo de las facultades, por lo que "se produce un problema generacional", apunta otro experto del ámbito universitario.

Otro riesgo al que se enfrentan los jóvenes titulados que hoy están en paro es a la falta de alternativas. En Alemania, cuenta Ignacio Villaverde, "desde edades muy tempranas se les orienta hacia dónde van a estudiar. La Universidad es una especie de élite social pero tampoco hacen de menos, como aquí, a la FP", continúa el secretario del Consejo Social de la Universidad. Lo que falla, a ojos de Ignacio Villaverde, es la conexión entre la etapa de enseñanzas medias y la Universidad. "Ahí falta una coordinación profunda sobre las tendencias del mercado laboral", reconoce el secretario del Consejo Social, " y a las familias también hay que ofrecerles alternativas". Aquejados aún de una cierta "titulitis", Villaverde aprecia que España considera los estudios universitarios como un "ascensor social" que con los desajustes antes citados se convierte en un puente al desempleo. "Las universidades no juegan bien con el mercado", dice Salvador Ordóñez.

A quienes les corresponden los ajustes reconocen que no es posible plegarse a las necesidades de cada momento aunque sí mostrar cierta receptividad para adaptarse. Ocurrió con Informática, recuerdan. En un momento determinado tuvo muy buena colocación pero llegó un momento que se saturó el mercado. Cuando salieron las primeras promociones de Informática una mayoría de titulados encontraba empleo en un plazo de tiempo muy razonable y eso desembocó después en cierto desempleo al ascender de puesto o jubilarse los primeros de aquellas promociones de éxito.

El asunto se complica cuando Juan Vázquez introduce una nueva variable en esta difícil ecuación de la sobrecualificación de nuestros jóvenes: "Tenemos un nivel de puestos de trabajo de alta cualificación muy por debajo de las media europea, habría que ampliarlo", apunta el exrector Juan Vázquez.

Como propuesta para futuro, Ignacio Villaverde anima a construir país a base de diseñar estrategias para que los jóvenes puedan salir al mundo. "Yo no formo un abogado para trabajar en el polígono de Silvota, lo formo para el mundo y si trabaja en Nueva York, mejor. Pero si luego quiere trabajar en Silvota, pues perfecto", remarca el secretario del Consejo Social. "La misión de la Universidad no es ser una máquina de producción de fuerza trabajo; su misión es otra", continúa Villaverde. Una idea que se completa con la expresada por Zulima Fernández: "La Universidad no forma individuos, forma ciudadanos y salir de casa es parte del proceso de aprendizaje". Antes de eso pesa sobre las universidades el deber de "cuidar mucho la calidad de sus enseñanzas", concluye Ignacio Villaverde.

En un contexto de exceso de títulos y universidades solo cabe diferenciarse "proctivamente", intentando adaptar los contenidos de la oferta educativa al mercado de trabajo con sistemas como el de las prácticas integradas para que los alumnos tengan la oportunidad, cuanto antes, de su primera experiencia laboral.

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