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Tizona

El mítico acero que blandió Rodrigo Díaz de Vivar ha tenido varios dueños en mil años y estuvo a punto de caer en manos asturianas

Tizona

Todo lo que rodea a Rodrigo Díaz de Vivar, "El Cid Campeador", es leyenda. Cualquier escolar español sabe que su caballo era "Babieca"; su esposa, la asturiana doña Jimena, y que tenía dos hijas y dos espadas: "Colada" y "Tizona". Pero este último acero, además, tiene una leyenda propia: la de su esquiva y milenaria biografía, en la que la espada ha sido objeto del deseo de nobles y plebeyos, de reyes y guerreros. Los últimos capítulos, por ahora, de esa convulsa historia se han escrito en los últimos días. Tras cinco siglos en poder de la casa de Falces, el actual marqués, José Ramón Suárez-Otero Velluti, vendió la "Tizona" a un grupo empresarial en 2008, por un monto total de 1,5 millones de euros. Una decisión que le enfrentó de inmediato a una familia asturiana, los Fernández Méndez, que fueron nombrados herederos universales del anterior marqués de Falces, Pedro Velluti de Murga, quien les agradecía así sus cuidados durante sus últimos años de vida, que pasó en Gijón. Tras ocho años de pleitos, el Tribunal Supremo ha sentenciado que la propiedad del acero correspondía al actual marqués de Falces, por lo que la familia asturiana no tiene derecho a recibir nada. La "Tizona", por su parte, continúa sumando muescas a su ya prodigiosa historia. Un milenio la contempla, y muchas manos han sostenido su empuñadura. Mas ninguna tan noble como la de Mío Cid.

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