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Barrer para casa

"Exportar requiere interés e ilusión"

"El que tengamos esta fuga de talentos es un drama, que esa materia gris no encuentre trabajo en Asturias y tenga que irse fuera es algo que duele; necesitamos que haya más alternativas laborales"

Alberto Robles, en una cafetería del centro de Gijón. MARCOS LEÓN

Alberto Robles Sendín (Gijón, 1962) tiene muchas horas empresariales de vuelo. Es de los que les gusta que todas las piezas encajen. Ingeniero aeronáutico de formación, fue el encargado de pilotar la puesta en marcha de la agencia asturiana de exportaciones (Asturex). El objetivo era que la mercancía de las empresas de la región, especialmente las pymes, conociera nuevos destinos, tomara nuevos rumbos y le diera más el aire. Todo en un entorno de enorme dificultad con la crisis económica despegando. Robles salió por la puerta de atrás del organismo, pero pronto encontró acomodo en Airbus, de la que ahora es vicepresidente para América Latina. Lleva unos días de vacaciones en su Gijón natal, aunque en breve volverá a Colombia, donde tiene ahora su oficina.

- ¿Cómo es pilotar el desarrollo de una compañía tan grande como Airbus en América Latina?

-Es un reto, pero también algo muy bonito. No sólo tenemos aviones comerciales, aunque sea lo que más se conozca. Tenemos varias divisiones más, somos líderes en América Latina en la venta de helicópteros, tanto para el mercado civil y como para el gubernamental. Luego está la parte que se diseña y fabrica aquí en España (en Sevilla), que son los aviones de transporte militar. Por último, también tenemos satélites de observación de la Tierra y de telecomunicaciones.

- ¿Qué planes tienen para esa región?

-La aviación comercial es para nosotros lo más importante. Tenemos ya el 60% de la cuota comercial de América Latina, y el objetivo es ampliar ese porcentaje. También tenemos casi 1.400 helicópteros volando por allí y somos los líderes en el transporte aéreo militar, lo que se está haciendo y fabricando desde Sevilla. La empresa es sólida.

- El suyo es un sector complejo que depende mucho de la subida del combustible y de las inversiones de los gobiernos.

-Lo es. Ésta es una gran multinacional con ciento y pico mil empleados con presencia en todos los continentes, tenemos 130 oficinas. Solamente en América Latina somos más de mil trescientas personas, con varias fábricas y centros de mantenimiento. Lo que hacemos es tener mucha presencia y un departamento de inteligencia para saber lo que está pasando.

- Parece que ahora es cuando la crisis está azotando aquella zona.

-Sí que lo hemos notado. Lo que pasamos aquí en 2008 o 2009 llegó allí en 2013 o 2014. A América Latina le afecta mucho la crisis de Brasil y la de Venezuela, que son un foco de tensiones y problemas. Toda la región está ahora en una situación comprometida de crecimiento reducido, son países que todavía dependen mucho de la evolución de las materias primas. La bajada del precio del carbón o el petróleo les ha repercutido mucho. Además, ahora estamos en plenos procesos electorales en muchos de estos países, como Chile, México, Paraguay o Brasil.

- ¿En Venezuela tenían mucha actividad?

-Teníamos cosas, pero desde hace un par de años dejamos de trabajar allí. Es una lástima lo que está pasando.

- Su primer destino tras dejar Asturex fue hacia Asia, en Indonesia. ¿Cómo fue aquella experiencia?

-Aquel fue un trabajo más técnico. Hicimos una línea de montaje final de aviones. Era algo totalmente diferente a lo que estaba acostumbrado. Fue un reto muy guapo.

- ¿Y cómo fue montar una sociedad para promocionar las exportaciones asturianas? ¿Resultó muy complicado?

-Fue una etapa magnífica. Supuso montar una empresa desde cero y es un orgullo ver que sigue funcionando, sobre todo gracias al grupo de profesionales que comenzaron conmigo y siguen en Asturex. Tengo todavía mucha relación, tanto con los técnicos como con los empresarios asturianos.

- Pero la época en la que decidieron comenzar quizás no fuera la mejor. Era el comienzo de la crisis económica.

-Arrancamos Asturex en 2006 y en 2008 nos pegó la crisis, y pese a todo se apostó por salir fuera porque dentro casi no había opción. Para salir a exportar necesitas, primero, interés e ilusión, luego tener unos ciertos recursos y tener apoyos. Pero al final depende del producto que tengas y el interés que pongas. Vender en el exterior cuesta tiempo y recursos, requiere perseverancia.

- ¿Había muchas empresas que, desesperadas por la caída del negocio, trataban a toda costa de salir a vender fuera?

-Sí, sobre todo a partir de 2008, y aquéllas que tenían mucha dependencia de otras empresas grandes. El mercado se cayó en España y no quedó más remedio que salir fuera. Y muchos lo consiguieron. De hecho, en 2009 o 2010 las exportaciones en Asturias siguieron creciendo y ahora tengo entendido que están subiendo a niveles de récord.

- ¿Y hubo empresas que se quedaran por el camino por intentar exportar sin tener experiencia o poco músculo para poder soportar ese gasto económico?

-Sí. El de las exportaciones es un tema que necesita mucha constancia, que haya gente que trabaje en ello. Esfuerzos puntuales no valen. Salir una vez y decir no vendo no lo intento más no vale.

- ¿Cómo fueron los apoyos para montar el organismo? ¿Se sintieron respaldados?

-Hubo mucho apoyo por parte del Gobierno, la FADE y las Cámaras. Estaban todos volcados en buscar que se creara un organismo que apoyara a las pymes. Creamos un buen ambiente de trabajo y de confianza entre los empresarios que usaban Asturex, y entiendo que eso sigue funcionando así. Montamos el Foro del Metal, dimos apoyo al sector de la moda, que por aquella estaba empezando. Contratamos una red de colaboradores por el mundo a los que pasábamos el catálogo de productos que teníamos y ellos nos identificaban si podía haber posibilidades para vender por su zona.

- En el verano de 2011 usted sale de Asturex. Lo que se ha dicho es que no fue una decisión propia.

-Llega el Gobierno de Álvarez-Cascos de Foro Asturias y me pasó como a otros muchos técnicos, se mezcló política con técnica y hubo una serie de personas que estaban haciendo un muy buen trabajo y por no coincidir con la ideología política del presidente no quisieron contar con nosotros. Yo no tenía planes de salir. Era el quinto año y habíamos llegado a presentar un plan estratégico para la exportación del que se han usado algunas partes. De hecho, la persona que me sustituyó, Mario Calleja, que era un buen amigo, hizo un buen papel.

- ¿Cómo se le comunica?

-No hubo grandes tapujos. Cuando entró el Gobierno de Álvarez-Cascos se hicieron auditorías a todo el mundo, en Asturex hicieron al menos dos, por supuesto no salió nada. Buscaban que hubiera irregularidades. Nunca hubo voluntad de cerrar Asturex, sí de controlarlo. Pero ese control no estaba bien entendido. A los técnicos hay que dejarlos trabajar y no mezclarlos con política.

- ¿Le costó luego encontrar una nueva salida laboral? Enseguida empezó a trabajar en Airbus.

-Lo de Airbus fue un poco por casualidad. En el Festival Aéreo de Gijón me encontré con un viejo compañero que era el número dos de Airbus en España, le comenté mi situación y me ofreció ir a Indonesia. Igual tengo que agradecérselo a Cascos.

- Durante estos años y pese a los golpes de la crisis las exportaciones asturianas continúan mejorando, al igual que el número de compañías que se atreven a dar el salto y comenzar a vender fuera...

-Veo que siguen creciendo y que empresas que de aquella estaban empezando, como Asturfeito o TSK, ahora están consolidadas y son jugadores de primer nivel en los mercados internacionales. Por lo que tengo entendido, el año pasado se marcó un récord de exportaciones, por lo que no se puede pedir más. Lo importante es que crezca en cantidad de empresas. Ése era el gran reto y se está consiguiendo.

- Y ya como observador externo, ¿cómo ve la situación de Asturias? ¿Está la región saliendo de la crisis?

-España en general está saliendo de la crisis. Pero no hemos salido del todo. La asignatura pendiente es la del paro, especialmente con los jóvenes. No se puede decir que el empleo precario sea la salida de la crisis, pero mejor que en 2008 es evidente que sí que estamos.

- El Gobierno asturiano quiere apostar por atraer una fábrica de Tesla a la región. ¿Lo ve posible?

-Sería algo fantástico. El que tengamos esa fuga de talento es un drama, que esa materia gris no tenga trabajo aquí y tenga que irse fuera es algo que duele. Hacen falta alternativas.

- ¿Airbus podría llegar a plantearse instalar alguno de sus negocios en Asturias?

-Intentamos tener un acercamiento en mi época en Asturex, por mis vínculos. Además, coincidía que de aquella el presidente de Airbus en España era asturiano también (Carlos Suárez), pues le trajimos un par de veces al Foro del Metal y llevamos a alguna empresa asturiana a visitar las plantas de Airbus. Pero no salió nada, era una de las cosas en las estaba trabajando, pero no me dio tiempo. Al final, creo que los gallegos se llevaron el gato al agua. Fue una pena.

- Volemos de nuevo a su país de residencia. ¿Cómo es la situación económica de Colombia?

-Está mucho mejor de lo que la gente se cree. Es un país que cuando consolide la paz va a tener enormes posibilidades en muchos campos. Tiene zonas que son auténticos paraísos a los que hasta ahora por culpa del conflicto no se podía ir. Es el segundo país del mundo con mayor biodiversidad. Son paraísos por explotar desde el punto de vista turístico. Las infraestructuras están por hacer y es algo que va a eclosionar. Es un país de enormes posibilidades. Animaría a las empresas asturianas a verlo como un posible destino.

- Pero el acuerdo de paz con las FARC fue rechazado en un referéndum inicialmente.

-Fue una sorpresa, y fue como la época de los sustos. Primero el "Brexit", luego el referéndum colombiano y, después, la llegada al poder de Donald Trump. Fue una decepción enorme, jamás pensé que ganara el no, pero es que estuvo muy politizado.

- ¿Cómo de alargada es la sombra de Donald Trump sobre América Latina?

-Ésa es la pregunta del millón. Su sombra es muy alargada, empezando por México. Colombia también es un país muy dependiente de Estados Unidos y está por ver en qué queda el plan de ayudas que estaba pactado con Obama y que era de unos 450 millones de dólares. Pero que ahora está pendiente de que lo ratifique Trump. Hoy por hoy, la Administración de EE UU es impredecible. Por otra parte, todo esto viene bien porque los países de América Latina están mirando hacia otros lugares del mundo, y Europa es uno de esos sitios. Una de las primeras consecuencias que estamos viendo de todo esto es que los chinos están llegando por todas partes, especialmente a México o Perú, y están buscando nuevos apoyos. Vienen nuevos retos para América Latina, y va a haber menos dependencia de Estados Unidos. Intentaremos aprovechar todas las oportunidades que se abran.

- ¿El Gobierno de Trump está teniendo algún efecto para las empresas que operan en la zona?

-Hay menos gasto en general de los gobiernos. Todo lo que son las compras por parte de la Administración están muy contenidas ahora. Hay una parada de esos gastos que está provocando un freno en el crecimiento. El año que viene va a ser clave por las elecciones generales que hay en casi todos los grandes países de la zona. Sería clave que Brasil se estabilice. Es una incógnita brutal lo que va a pasar en ese país. ¿Va a aguantar el Gobierno hasta las elecciones de noviembre de 2018? Habrá que verlo. Brasil es uno de los motores de la economía mundial y en América Latina era un gran socio comercial que estaba tirando fuertemente de la zona.

- ¿Cómo va el negocio de los satélites?

-Ese negocio va bien, es muy puntual. Por ejemplo, el año pasado lanzamos el primer satélite de observación de la Tierra de Perú. Tenemos proyectos en un par de países también para la observación. Y también hay planes de los llamados de inversión público-privada para satélites de telecomunicaciones. Hay opciones.

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