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FRANK MENÉNDEZ | Fundador de la Escuela de Turismo y de la Alianza Francesa de Oviedo

"Quise traerme a España la libertad que se vivía en Francia"

"En los años sesenta apostamos por la naturaleza, el arte, la gastronomía y el espíritu cordial y hospitalario de los asturianos para atraer turistas a la región"

Frank Menéndez, fundador de la Escuela de Turismo y de la Alianza Francesa de Oviedo, en la capital del Principado. Julián Rus

Su bisabuelo se llevó el apellido Menéndez a Estados Unidos, donde cruzó su vida con una irlandesa. Del matrimonio surgió el abuelo de Francisco Menéndez Mancera (Salas, 1932), conocido como Frank Menéndez, un apodo que resume la herencia recibida de la parte de su familia que cruzó el Atlántico para ganarse la vida y le abrió las puertas al inglés como lengua nativa antes de volver a Asturias. Y como hicieron sus antecesores, Frank Menéndez se lanzó también al mundo, desde muy joven, con 17 años, y se trajo de vuelta a Asturias el impulso cultural que soplaba en Francia y los avances turísticos que llenaban las cajas de los negocios de hostelería en cuantos lugares visitó. Fundó la Alianza Francesa de Oviedo en 1960 y Escuela de Turismo de Oviedo ocho años más tarde. Trabajó codo con codo con los empresarios de su época y formó a los del futuro, jugando un papel decisivo en la apertura de la región a unos viajeros que, por aquel entonces, apenas la visitaban.

Una larga trayectoria iniciada en tiempos difíciles. "Nací 1932 y la Guerra Civil nos sorprendió a mi familia y a mí en la casona solariega familiar en El Caleyo, próximo a Salas, hoy convertida en un excelente hotel. Mi padre estaba enfermo -murió muy joven- y por eso pasé allí mi infancia, de la que guardo muy buenos recuerdos pese a las dificultades del momento. Mis primeros estudios tuvieron como marco la escuela de Camuño, parroquia a la que pertenecía la finca. Mis padres optaron por que siguiera la rama comercial, que me permitía estudiar en Salas donde vivía mi abuela materna, desplazándome a Oviedo para pasar los exámenes. Así obtuve el Peritaje Mercantil".

Estudios en la Francia de posguerra. "La hospitalidad de unos tíos, exiliados en Francia, propició que continuase mi formación en la Universidad de Burdeos. Allí éramos una rareza ya que, junto a mi amigo navarro, éramos los dos únicos españoles provenientes de la península Ibérica inscritos en aquella Universidad. Para lograr sufragar mis gastos personales, trabajaba por las tardes en una fábrica de paraguas. En aquella época ambos países vivían en completo aislamiento y para mí todo era novedad. Me apetecía traer a España la libertad que allí se vivía, el ambiente cultural que abría tantas posibilidades, y el nivel de vida muy superior al nuestro pese a que Francia aún no había superado las consecuencias de la II Guerra Mundial".

Vuelta a España para trabajar en Madrid, Oviedo y Logr oño. "Mi estancia duró dos años, de 1949 a 1951, y como quería poder volver en cualquier momento, por el estado de salud de mi padre, fui al Consulado de Burdeos a tallarme con vistas al servicio militar. El Canciller me recibió mal, creyendo que era hijo de exiliados. Pero al ver mi pasaporte cambió de actitud, quizá creyendo que provenía de una familia importante. Al volver a España continué mis estudios, obteniendo el título de profesor mercantil, que más tarde completé con una licenciatura en Ciencias Empresariales. Fallecido mi padre y exonerado del servicio militar por ser considerado sostén familiar, me trasladé a Madrid, donde trabajé en el departamento de administración de Galerías Preciados. Vuelto a Oviedo fui jefe comercial en el periódico 'La Voz de Asturias' y también estuve en Logroño, donde reorganicé el diario 'Nueva Rioja'"

El nacimiento de la Alianza Francesa de Oviedo. "En 1960, Juan Benito Argüelles y yo creamos la Alianza Francesa de Oviedo, de la que sigo siendo presidente. La idea se nos ocurrió tomando vinos con un amigo francés que residía en Avilés y fuimos a visitar al señor Traceuwsky, a la factoría de Saint-Gobain, de la que era director. Le gustó mucho la idea y nos dijo que convenía que recomendásemos una personalidad intelectual que no estuviese comprometida con el régimen. Yo le propuse a Pedro Caravia Hevia, que había sido auxiliar de cátedra con Ortega y Gasset y tenía una gran talla intelectual. Él nos apoyó y nos acompañó a ver al gobernador civil de la época. Aunque había bastante suspicacia a la hora de crear algo que tuviese relación con Francia nos dieron permiso. Formamos entonces un comité con Luis Sela Sampil, catedrático de Derecho Internacional; Carmen Fauste, catedrática de Francés, y Aurora Romero de Arias, que fue una activa colaboradora, entre otros. Formamos una junta directiva presidida por Pedro Caravia, de la que yo secretario general y en la que Juan Benito Argüelles se encargaba de las cuestiones culturales".

Anfitrión de la cultura con ilustres invitados. "Tuvimos un primer local encantador en Martínez Marina que decoró gratuitamente el arquitecto Juan Vallaure. Luego pasamos a nuestra sede actual, en Marqués de Santa Cruz, donde teníamos un desván muy bonito, con techos de madera en el que acogíamos un grupo de teatro. Allí hizo sus primeros pinitos la escritora Ángeles Caso. La Alianza Francesa de Oviedo, además, tuvo un gran éxito porque en la ciudad había una carencia absoluta de actos culturales. Nosotros organizábamos coloquios y exposiciones y creamos un cineclub que organizó Juan Cueto Alas".

Con la Alianza llegó el matrimonio. "En la Alianza Francesa conocí a mi mujer, Pilar Bonilla. Una alavesa que vino a ocupar su cátedra de Francés en un Instituto de Avilés y con la que me casé en 1965. Y tuve dos hijos que estudiaron en el colegio Meres y francés en la Alianza. Pasaron luego a Madrid, a ICADE y al Instituto de Empresa. Uno es funcionario en la Comisión Europea, en Bruselas, y otro vive en Madrid".

60.000 pesetas en libros y algunas películas. "La contribución de Francia a la Alianza de Oviedo fue muy limitada. Nos enviaron un lote bibliográfico de 60.000 pesetas, otras publicaciones y algunas películas. En una ocasión nos enviaron un retrato del general De Gaulle y yo le dije a Pedro Caravia: '¿Qué hacemos con esto?'. Me respondió que lo guardásemos en un cajón. Tiempo después nos visitó el capitán Arturo, miembro de la delegación del Ministerio de Información y Turismo, y notó que faltaba el cuadro del jefe del Estado español. Nos preguntó por ello y don Pedro le dijo que los franceses querían que colocásemos uno de De Gaulle y que, como nos habíamos negado, tampoco nos atrevíamos a colocar uno de Franco".

Censor "involuntario y temporal" del franquismo. "En una ocasión nos enviaron cinco películas, y una aún no había sido censurada. El delegado de Información y Turismo, Serrano Castillo, me pidió que acompañara a un funcionario para visionarla. Y nos fuimos con ellos al cine Palladium, que estaba en la calle General Elorza. La cinta se llamaba "Goto, l'íle d'amour" y era una crítica feroz contra los excesos que se cometían en las islas de las colonias francesas. Nada más empezar se veían unas mujeres medio desnudas y dije de inmediato que aquello había que cortarlo. Eso convenció al funcionario, el resto pasó íntegro porque la película estaba en francés y no se enteró de nada (ríe). Después les comentaba a mis amigos que había sido censor involuntario y temporal y nos hacía mucha gracia (ríe de nuevo). Pero en esos años había una suspicacia enorme con los aires que venían de fuera y nosotros siempre tratábamos de introducir lo que nos llegaba pero con equilibrio, siendo muy cuidadosos. De todas formas, las personas de la junta directiva eran un poco intocables en Oviedo por su prominencia y eso nos daba cierta garantía. Por la labor que hice de difusión de la lengua y la cultura francesa el gobierno del país vecino me nombró en 1989 'Chevalier des Arts et des Lettres'".

Un emprendedor con la vista puesta en la educación. "Años más tarde creé con un par de amigos, Manuel Mier y Paco Mori, la Escuela de Secretariado Bilingüe. Y, en 1968, la Escuela de Turismo, que empezó provisionalmente en General Yagüe, pero pasó luego a la plaza Catedral. Recuerdo que en aquel momento allí se aparcaban coches y yo lo veía con preocupación e indignación. Su supresión fue un alivio para todos. Era un sitio de privilegio del que guardo un gran recuerdo".

Asturias, sin apenas turistas, pero con condiciones para atraerlos. "Muchas veces me preguntan por qué tuve el valor de crear una escuela de turismo en una región donde el sector no tenía peso. En Francia había visto las primeras playas con biquinis, que causaban sensación. Comprobé también cómo los pueblos del País Vasco francés mantenían un mismo estilo arquitectónico, a pesar de tener sus diferencias, mientras en España ya habíamos empezado a hacer horrores urbanísticos en la costa. Y conocí las cuevas de las pinturas de Lacaux, antes de ir a ver las de Altamira. A estas últimas me acerqué un día y Simón, un guía mítico al que "ABC" dedicó dos páginas cuando murió, me las mostró con un candil durante casi dos horas. Fue una experiencia increíble. Después de casarme, además, pasaba las vacaciones en Málaga y empecé a ver cómo se desarrollaba el turismo de sol y playa y que los turistas se empezaban a interesarse por los monumentos, los pueblos de la serranía andaluza y la gastronomía. Yo pasaba una semana en Pirineos haciendo montaña cada año y también apliqué lo que vi allí a Asturias, que tenía atractivos que se podían explotar si sabíamos gestionarlos".

Naturaleza, arte y gastronomía. "La de Oviedo fue de las primeras escuelas de turismo de España y la única que al pasar a depender del Ministerio de Educación presentó el aval de la Universidad. Mantuvimos siempre la idea de un centro de formación específica que debía mantener contacto con todas las instituciones y con las empresas en la que los alumnos realizaban prácticas de estudios. Primero evolucionamos a centro adscrito a la Universidad de Oviedo con la diplomatura universitaria y más recientemente obtuvimos la categoría de Facultad de Turismo. Desde el principio apostamos por la naturaleza, el arte y la gastronomía. La región tiene la alternancia de mar y montaña, cuevas prehistóricas, como Tito Bustillo, y ofrecía la posibilidad de explotar la navegación de ríos y embalses, aunque la Fiesta de Piraguas del Sella aún no existía. También tenemos las fiestas populares, el folclore, el arte Prerrománico y los cascos históricos de Oviedo, Avilés, Llanes? Y, sobre todo, la importancia del espíritu cordial y hospitalario de los asturianos".

Segunda entrega, mañana, lunes:

"En 1968 algunos ya temían que la llegada de turistas estropease la tranquilidad"

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