Pablo Álvarez

Un reino de indiscretos

Fiel a su costumbre de romper el protocolo, el Rey Juan Carlos charló un rato con Fernando Alonso y acto seguido cascó a los periodistas lo que habían comentado: que el piloto asturiano se va a McLaren, dato que las partes implicadas aún no querían hacer público porque les faltaban flecos por cerrar. Si el Monarca, a su edad, es un cotilla, ¿cómo seremos sus súbditos? Hacerse el enteradillo es el octavo pecado capital del ser humano. A casi todos nos gusta dárnoslas de informados, proceda o no ir por ahí cacareando asuntos ajenos. Más aun, con el auge de las redes sociales resulta sorprendente la falta de pudor de algunos para proclamar a los cuatro vientos incluso las propias intimidades. En esos grupos de "feisbuc" o de "guasap", a poco que unos jaleen a otros, abundan los que teclean cosas inenarrables sobre su, por lo demás, irrelevante existencia. A su lado, las revelaciones del "pequeño Nicolás" son una broma... aunque a algunos parezcan no hacerles demasiada gracia.

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