Así, desde el paraíso

Desde que bajamos de los árboles y comenzamos a andar, no hemos parado. La Historia del hombre es una historia de migraciones, de movimientos. Nos fuerzan a ello los dramas puntuales, la guerras y las miserias, pero por encima de todo nos empuja una pulsión extraña y ancestral. Hasta las Sagradas Escrituras presentan a esa pareja en el paraíso a la que Dios puso de patitas en la calle. Entiendo ese relato, fatalmente descreído como soy, a modo de ejercicio literario moralizante al que doy una vuelta: ¿y si Adán y Eva hubieran abandonado el edén en busca de mundos desconocidos, por vocación aventurera y no por imperativo divino? A fin de cuentas hablamos del paraíso, sí, pero con unas serpientes como para no vivir tranquilo. Y menos desnudo. Los cientos de miles de refugiados que invaden como savia nueva este asilo llamado Europa responden a la geopolítica, pero también a la antropología. Migramos, luego existimos.

Compartir el artículo

stats