Tino Pertierra

Crítica / Cine

Tino Pertierra

El mal plastificado

Coges unas rebanadas de "Twin Peaks" (asesinato en un escenario rural), unas rodajas de "La isla mínima" (investigación en paisajes andaluces con mucha luz dorada, música tenue, carrera campo a través) y unas gotas de "El Príncipe" (conflictos entre razas), añades un chorro de topicazos (terrateniente sin escrúpulos, alcaldesa con muchos enemigos, poli duro atormentado por su pasado en Afganistán -con flashbacks temblones a lo Ridley Scott- y con un amor imposible por la viuda de su amigo del alma, subtrama juvenil, discapacitado sospechoso, borrachín al que nadie cree...) y te sale un gazpacho aguado como Mar de plástico. La audiencia le ha sido propicia, y no es de extrañar: aparatosa campaña publicitaria, medios holgados y caras guapas por doquier. Como ingrediente "original", una gitana en la Guardia Civil (lo que da lugar a unas escenas con su gente nada convincentes.

El caso es que empieza bien, con esos planos aéreos de los invernaderos que "se ven desde la luna", la tensión que acompaña a la secuencia del asesinato y el notable momento de la lluvia de sangre. Pero las primeras grietas empiezan a aparecer con la entrada de Rodolfo Sancho, tan intenso en cada plano que acaba siendo cansino (y sí, enseña el torso desnudo, faltaría plus). "El nuevo jefe de policía judicial" entra en un bar donde una banda de improbables bestezuelas acosan a un inmigrante y se pone a repartir leches cual Seagal o Van Damme. Para llorar y no echar gota.

El reparto da una de cal y otra de arena (dejemos para otra ocasión el tema de los acentos "almerienses" que suenan sevillanos). El veterano Pedro Casablanc funciona como malvado de manual pero a Jesús Castro, el chico de moda con esa mirada penetrante y tal, en cuanto abre la boca y habla no hay quien se lo crea. Por contra, Belén López y Eva Martín está creíbles y Nya de la Rubia y Patrick Criado son dos promesas a tener en cuenta. Con Andrea del Río tengo mis dudas. Mirada potente pero el personaje es ridículo.

Como policiaco procedimental, Mar de plástico deja mucho que desear. Los guionistas se podían haber currado más las escenas en las que el jefe imparte instrucciones y da lecciones a sus muchachos (que parecen modelos de pasarela en muchos casos), con frases como "la pregunta es por qué, qué pretende (el asesino) con todo esto", o "lo que no descubramos en 48 horas no lo descubriremos nunca". Vamos, esto lo escribe alguien para "CSI" y a la calle. Eso sí, Sancho se lleva el dedo a la barbilla para que parezca muy pofundo lo que ha dicho.

"Mar de plástico" ofreció en su primera entrega instantes para el estupor (¿por qué nadie miró al principio en el estanque para saber de dónde procedía la sangre del invernadero?), el sonrojo incómodo (el linchamiento, el drama en la sala de autopsias con los padres, mal rodado y peor interpretado) y para el recochineo (la foto con el "presunto" asesino reflejado en las gafas de sol de la víctima con nitidez pasmosa), soltando al final una trampa para sembrar sospechas sobre otro personaje y enganchar al espectador para el siguiente episodio.

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