javier blanco

A todo gas, diversión y movimiento escénico

Nikki Hill y su banda son motivación, diversión, ritmo, fiesta. Así lo certificaron en el concierto de apertura del Festival de Cine de Gijón celebrado el viernes muy de madrugada en la sala Acapulco. La cantante, con absoluto corte afro setentero, pero con muchos sonidos en sus sonidos, no dio opción. Todos movieron el esqueleto al modo y mando de Hill. O quizá tratando de imitar los suyos, que son movimientos constantes, como sin esfuerzo. Además no estaba en terreno desconocido.

Decía Nikki Hill al presentar esta gira española que ideó el disco sin parar de tocar, inspirada desde su furgoneta y la carretera. El álbum "Heavy Hearts, Hard Fists" ("Corazones pesados, puños duros") plasma esa fuerza escénica pintada de rock and roll, r&b, soul, blues... La inspiración de la canción que da título al disco viene de una mala experiencia personal, y expresa perfectamente el nervio de Nikki Hill. Porque, ciertamente, ella, su compañero guitarrista y el resto de la formación (formación-tipo) disparan sonidos que pueden recordar a bandas señeras del rock, pero también estuvieron en su oído los primeros "Ike and Tina Turner" y otros reyes del soul como Ottis Redding, Sam Cooke, al que versionea; Etta James...

Sí, muchas influencias que se mascan en su directo. Sin embargo, de todo eso sale un sonido Nikki Hill, un movimiento escénico Nikki Hill, un estilo Nikki Hill. Es decir, su fuerza y su personalidad. Hill es una rockera de estética afro, con guiños a todos los sonidos negros. Lo plasmó en escena con su top color mandarina (Barbón dixit), su brazo tatuado, sus pantalones ajustados, su miligramo de grasa y su soberbia manera de hacer feliz por un rato a mucha gente.

Es el sonido y el estilo Nikki Hill, que puso a bailar a toda la sala mientras el guitarrista enviaba enérgicos ritmos. ¿Para qué más?

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