Crítica / Música

Sinfonía de luz

Feliz aniversario musical de la OSPA y del cuarteto "EntreQuatre"

La Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) y el cuarteto de guitarras "EntreQuatre" -formado por Manuel Paz, Carmen Cuello, Carlos Cuanda y Jesús Prieto-, fundieron atriles en el aniversario de ambas formaciones. "EntreQuatre" cumple treinta años de actividad intensa, en escenarios de todo el mundo, con proyectos innovadores y obras de estreno. Como el "Concierto nº 2 para cuarteto de guitarras y orquesta" del compositor y director Flores Chaviano, que el viernes no faltó al concierto en el Auditorio de Oviedo. El nombre de Flores Chaviano está íntimamente ligado a Asturias, y sobre todo a través de la actividad de "EntreQuatre", a quien ha dedicado diferentes obras. Su segundo concierto para cuarteto de guitarras es una obra sorprendente, desde el solo para clarinete bajo, que recogen las guitarras, seguido de ese crescendo progresivo de la orquesta.

Economía de medios en el punto de partida de un concierto que emplea materiales de obras anteriores, que fusionaron a EntreQuatre y el laudista Driss el Maloumi en conciertos en Marruecos y España. Chaviano emplea en esta nueva obra un abanico de efectos sonoros -que intensifica la percusión-, con soluciones rítmicas y armónicas muy atractivas, y la delicadeza sonora que requiere el tratamiento del cuarteto de cuerdas, mientras los instrumentos dialogan. La obra se complica con la evolución del ritmo y las texturas, incluso cuando parece apagarse, oímos una vuelta de tuerca en el corazón rítmico, que palpitó sin perder equilibrio en la orquesta.

Todo esto lo tuvo en cuenta el director Óliver Díaz, que regresó al frente de la OSPA, tras su nombramiento como Director musical del Teatro de La Zarzuela de Madrid. Con él llegó la OSPA al paroxismo sinfónico en la segunda parte, dedicada a Sibelius. Una OSPA lumínica, que obtuvo la ovación del público. Así escuchamos la "Sinfonía nº 2" del héroe finlandés, con el impulso y la claridad del discurso sinfónico que imprimió Díaz desde el primer "Allegretto". O el movimiento "Vivacissimo", muy ajustado en la orquesta, mientras se expandía la densidad sonora. Aunque quizá el "Andante" se impuso en la interpretación, con una elaboración emocionante en su desarrollo, con gran carga dramática.

El programa lo completó "Jack in the Box" de Erik Satie, compositor al que pocas veces podemos escuchar en Oviedo, a pesar de su importancia clave en la vanguardias de inicios del siglo XX. Su obra "Jack in the Box", originalmente para piano, es música para una pantomima de argumento dadaísta, que el compositor Darius Milhaud orquestó en 1926, para que Balanchine coreografiara la obra. Se trata de una obra de efectos condensados, de tensiones mantenidas, que la OSPA defendió de manera equilibrada, con la importancia de la sonoridad del metal y la madera también en el "Entreacto".

Para la siguiente cita con la OSPA regresará el director Perry So, en un programa en el que será protagonista Juan A. Ferriol, oboe Principal de la OSPA, al frente del "Concierto para oboe en do mayor, Hob. VIIg:C1" de Haydn.

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