Crítica / Música

Poder de convicción

Juan Ferriol ofreció con su oboe un sonido impecable

En la interpretación se tiene que persuadir a través del poder de convicción, máxime cuando se recrea un estilo musical con instrumentos que no son exactamente los mismos que los utilizados en determinadas épocas; es el caso de los tres compositores que nos ocupan, especialmente en Rameau. La ópera "Les Boréades" se basa en la leyenda griega de Abaris el Hiperbóreo, que tiene su miga, y aquí tintes masónicos. La suite la ha dirigido Perry So con articulación muy separada, como mandan los cánones, con elegancia y refinamiento -también con exquisitas perlas como las ofrecidas por los Pearse en las flautas y flautines-, todo ello con poder de convicción.

La dudosa autoría de Haydn firma el concierto para oboe que interpretó el principal de la OSPA. La calidad de Juan Ferriol no dejó lugar a la más mínima duda, con un sonido impecable, elegante, siempre bello. El primer movimiento Allegro con brio es claramente el más sólido, y da para lecturas diferentes, no menos válidas por carnosas o pronunciadas. Ferriol optó por la naturalidad impoluta en la superficie, utilizando el vibrato lacónicamente -casi siempre al final de un gran aliento-, manteniendo la "gran línea", articulaciones amplias, y al mismo tiempo siendo minucioso en cada detalle, "parlante" también que diría Harnoncourt, con perfecto dominio de la dinámica contrastante y la más sutil. Música muy exigente volcada por Ferriol con el mismo refinamiento técnico que gusto expresivo. Como propina, "Oblivion" de Piazzolla. Algo plana, faltó una tercera dimensión en la ejecución en un Piazzolla que resultó más edulcorado que pegado al "fueye".

Cada director establece un orden de prioridades, y la elección de un aspecto puede dejar otros en segundo plano. En el primer movimiento de la "Heroica" optó por un tempo al límite. ¿Dónde está ese límite? Cada intérprete lo vislumbra en algún punto de la partitura, donde encuentra que un tempo más vivo -si es lo que busca- puede desdibujar el fraseo. En Beethoven no es solo el detalle de la articulación, es también muy importante, percibir la cambiante armonía sin pasar por ella aceleradamente. En ocasiones Beethoven cambia de una tonalidad a otra sin modulación explicativa -aunque también se mantiene en la misma durante muchos compases-, en este aspecto pudo resultar un tempo precipitado. El tema de las repeticiones en los movimientos daría para largo, pero la de este primer movimiento no la discute ni el tato, es estructural, otras son facultativas. En la Marcha fúnebre el tempo influyó de otra manera, por variaciones internas que pudieron percibirse como un carácter menos solemne y ceremonial. El Scherzo tuvo, también, algo de volátil, si fijamos con estricta exactitud el pulso inicial y el final. Lo mejor en sus sonoridades plásticas, elemento esencial del estilo y la obra de este Beethoven, fue el Finale. La OSPA echó el resto, y la OSPA es mucha OSPA, aun cuando algunos detalles no siempre salgan -las trompas pudieron estar más inspiradas en el primer movimiento o en el delicado trío del Scherzo-, o en determinados balances, cuando la trompeta suena más que todos los violines juntos algo pasa. Las maderas como sección fueron sencillamente formidables. El director Perry So persuadió en el imprescindible poder de convicción, claridad gestual y enérgica vitalidad. Permítanme una dedicatoria final para el director español Miguel Roa, recientemente fallecido.

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