Cada vez es mayor el número de personas que beben alcohol en exceso. Y no digamos cuando celebramos una fiesta, en la que el consumo se incrementa de manera alarmante. Y todo porque la bebida se utiliza para celebrar acontecimientos, mejorar las relaciones sociales e, incluso, para cerrar tratos. Además, en nuestro entorno, goza de una gran permisividad social. Y si no, fíjense en los datos facilitados por los responsables de sanidad, en los que el 60% de los jóvenes asturianos de 14 años consume alcohol con regularidad. La proporción asciende hasta el 74% en el caso de los adolescentes de 15 años y llega a un 91% en los de 17 años. Por otra parte, uno de cada cuatro jóvenes españoles entre los 14 y 18 años se emborracha tres veces al mes; por si fuera poco, el 10% de esta franja de edad ni siquiera tiene la percepción que bebe mucho o bastante alcohol. Y algunos lo acompañan de drogas y tabaco. Un verdadero cóctel muy, muy peligroso. Y lo que es aún peor: existe una clara tendencia ascendente en el consumo de bebidas alcohólicas en adultos. Con todos los riesgos para la salud que ello conlleva. Porque todas ellas son igualmente nocivas o peligrosas para quien las consume, no sólo de forma abusiva, sino también habitual. O sea que pequeñas cantidades ingeridas diariamente pueden establecer un hábito de difícil solución, con la consiguiente dependencia física y psicológica. Porque, en ocasiones y a pesar de darse cuenta de los efectos destructores sobre su organismo y del deterioro de sus relaciones interpersonales, la persona que ingiere alcohol no puede dejar de beber, hasta llegar al punto, en etapas avanzadas, de presentar amnesia de lo ocurrido durante los periodos de embriaguez. Según la OMS, su consumo constituye el tercer factor de riesgo de los países desarrollados. Y produce un sinfín de patologías.
Por eso, tenemos que darnos cuenta de lo que significa la ingesta de este tóxico. Tiene mucho poder. Y nos complica excesivamente la vida.
Y hasta tal punto lo hace que adquiere difícil solución, esta problemática que en nuestro país afecta a unos tres millones y pico de personas, las cuales lo consumen por encima de los límites considerados peligrosos. Los "enganchados" por las drogas existen en número menor y, sin embargo, se habla mucho más de los segundos, lo que nos demuestra la trascendencia e importancia del problema.
