Crítica / Música

En la cumbre pianística y sinfónica

Concierto sublime de Maria João Pires en Oviedo

En diciembre de 2013 Pires se presentó en las Jornadas de Piano, dejando una memorable interpretación del Concierto para piano n.º 2 en Si bemol mayor, op. 19 de Beethoven, con la Wiener Symphoniker y Fischer en la dirección. Este sábado la escuchamos, en otra versión igualmente memorable, del Concierto para piano n.º 3 en Do menor, op. 37 de Beethoven, de nuevo ha sido un verdadero acontecimiento pianístico, de nuevo su Beethoven alcanzó un grado de profundidad expresiva que iguala o supera el alcanzado -por ello ha sido unánimemente aclamada en todo el mundo-, su Mozart; aunque esto es la evolución natural si pensamos en las claras reminiscencias mozartianas de este tercer concierto para piano de Beethoven. Admira Pires en plena madurez artística y con unas cualidades pianísticas intactas. Su interiorización de Beethoven es absoluta, la estrecha relación entre el detalle y la estructura general que se da en Beethoven es mostrada por Pires con una riqueza tonal, ductilidad y elegancia que no se encuentran en otro pianista. La concertación con la orquesta fue también extraordinaria, muy, pero que muy por encima de los que normalmente está al alcance del público. De propina el segundo movimiento de la "Patética". Igualmente sublime.

La Sinfonía n.º 3 en Fa Mayor, op. 90 de Brahms ha sido la demostración absoluta del dominio sonoro del sinfonismo brahmsiano en su más enfática expresión. Más de cien instrumentistas en el escenario para reflejar en todo su esplendor este sinfonismo al alcance de pocas orquestas -téngase en cuenta que las de nuestro entorno difícilmente se adecuan al repertorio grande más allá de un primer Romanticismo-. Imponente el caudal de la cuerda, y al mismo tiempo su extraordinaria delicadeza. Asombroso el empaste de la sección de viento madera y las diferentes combinaciones internas de ésta durante la sinfonía. Y trepidante e intensa la energía de Handing en la dirección. Quizás el menos brillante de los movimientos fue el primero, aunque de éste en adelante la concepción sonora de Harding -que nos visitó anteriormente con la Mahler Chamber Orchestra y la Filarmonica della Scala-, fue magistral. Un Brahms de referencia. Como propina orquestal, "Nimrod" de las Variaciones Enigma de Elgar. En la cumbre pianística y sinfónica.

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