Voces muy autorizadas sostienen que Bajo los montes de Kolima es uno de los mejores "thrillers" de todos los tiempos. El mejor, incluso. Con semejantes credenciales es inevitable aproximarse a la última novela de Lionel Davidson (muy, muy bien traducida por Cristina Martín Sanz) con ciertas precauciones para evitar el peligro de la decepción que anida tras las grandes expectativas.

Falsa alarma: es uno de los mejores "thrillers" de todos los tiempos. Incluso el mejor. No sólo por la complejidad de una trama desarrollada con un sentido del ritmo prodigioso (atando cabos cuando toca, desatando cuando menos te lo esperas), sino también por el dibujo magistral de los personajes haciéndolos tan creíbles (a pesar de las situaciones a veces increíbles que les toca vivir) como atractivos. Y, como pieza fundamental para que el mecano quede perfecto, un estilo inconfundible que hace de cada página una invitación al disfrute literario. Para que luego haya quienes dudan de que hay géneros que casan mal con eso que llamamos "alta literatura". Davidson (1922-2009) es, como Graham Greene o John le Carré, uno de los grandes. Es la única etiqueta que vale.

Nos situamos en los montes de Kolima. La tundra siberiana. Un paisaje hostil y amenazador que fue un infierno para quienes sufrieron los horrores de la dictadura soviética. Los tiempos cambian, pero la oscuridad aún domina la estepa: el protagonista (indio canadiense, científico, deportista y capaz de hablar todo un cargamento de idiomas sin acento) debe colarse en una ultrasecreta instalación científica para... Una mezcla inaudita de James Bond, Sherlock Holmes, McGyver (con perdón) y, si me apuran, el Jonathan Hemlock creado por el añorado Trevanian. Eso por no acudir a los clásicos con héroes que buscan prodigios cargados de negros presagios. Es capaz de proezas de todo tipo para meterse en los sitios más inverosímiles. O para irse de ellos.

El escritor Philip Pullman, que sabe bastante de estas cosas, escribe en la introducción: "Como relato puro de aventuras, esta novela tiene muy pocos rivales. Como historia de amor, valentía, peligro y un frío colosal, es una obra maestra. Ahora bien, el breve episodio que tiene lugar en el corazón del misterio, el callado encuentro entre Johnny Porter y la tierna y herida Ludmila, eleva 'Bajo los montes de Kolima' por encima de cualquier otro 'thriller' que yo haya leído. Sin duda, el mejor que se ha escrito hasta hoy". Tomen nota, pues: en estas páginas se van a encontrar aventuras, intrigas de bordes políticos, una historia de amor de las que no se olvidan y un laberinto de espías de lo más selecto. Los secundarios son formidables, las descripciones de los lugares te hacen sentir que estás allí mismo y cada cierto tiempo hay reflexiones de variado ramaje que remansan la acción y, de paso, le dan una profundidad dentada a la historia. Su autor guardó 16 años de silencio tras vivir tiempos de gloria con su anterior obra. Regresó para regalarnos una obra maestra. De esas que no basta con leer una sola vez.