Guerra de agua. Bueno, mejor que guerra de otro compuesto. El agua es más sana y es importante que se empiece a valorar. De hecho, en España ya hay bofetadas por el líquido elemento. De hecho, la guerra está poniéndonos al día a todos. Es el tema estrella de la legislatura. Hay auténticos cursillos de trasvases, minitrasvases, regantes, deltas, aguas perdidas, aguas para beber, aguas para construir chalés y apartamentos del tipo de los que regalaba «Un, dos, tres» (¡un apartamento en Torrevieja!), El agua ha despertado pasiones interautonómicas. Barcelona tiene sed (nadie sabe qué estuvieron haciendo hasta el momento sus ilustres gobernantes) y, de pronto, entró la sed en Valencia, Murcia y Almería, que también quieren un chupito de trasvase. Jaleo al canto, ¿será tan difícil manejar el agua?, ¿serán tan limitados los políticos? Queda un consuelo: es sólo una pequeña guerra de agua. Esperemos que no dejen en manos políticas una guerra de butano. Volarían el país.