Un asturiano que lleva más de treinta años viviendo en Navarra explicaba el otro día que se muere de ganas de que su mujer le prepare un cocido de verano. Ella se hacía la remolona, y yo, que desconocía por completo los ingredientes del plato, pregunté. Entonces él me explicó que era una especie de pote a base de judías, carne de cerdo, embutidos, patatas y sofrito. No entiendo a quién se le pudo ocurrir llamar a eso cocido «de verano», meterse ese plato entre pecho y espalda a más de treinta grados tiene que ser mortal. Yo prefiero cocer a la sombra o a la sidra.