«La música del órgano es la mejor preparación para la novena de la Santina». Con esta frase expresaba su satisfacción el abad de Covadonga, Juan José Tuñón, tras presenciar el recital que ofreció el sacerdote Rubén Díez en la Real Colegiata de San Fernando el pasado domingo y que clausuró el ciclo de conciertos de órgano iniciado el día 19 con el que el santuario volvió a mostrar su compromiso con la música sacra.

Otro de los asistentes, Fernando Álvarez, organista titular de Covadonga, fue el músico encargado de abrir el ciclo, cuyo segundo acto corrió a cargo de José María Martínez, director del Conservatorio de Avilés y organista de Santo Tomás de Cantorbery. Ambos conciertos se celebraron en la basílica, valiéndose del órgano mayor, que cumplía diez años desde su puesta en funcionamiento.

Los tres intérpretes coincidían en señalar que, a diferencia de otros países, el órgano ha perdido mucha relevancia en la liturgia y el número de organistas es muy escaso. «Las desamortizaciones del siglo XIX y el anticlericalismo, junto a la identificación del instrumento con la iglesia, lo han hecho caer en el olvido», señalaba Martínez, que también achaca esta dejadez a la «tendencia chabacana» iniciada por la Iglesia durante el posconcilio.

«Es una pena que los jóvenes no se animen a tocar un instrumento con tantas posibilidades», añadía Fernando Álvarez, considerado por sus colegas como uno de los mejores improvisadores litúrgicos de la actualidad. Más optimista se mostró el sacerdote Rubén Díez, que ve en su formación obtenida en el Pontificio Instituto de Música Sacra de Roma como un paso positivo de la Iglesia hacia la recuperación del órgano. «Que me hayan dado la oportunidad de esta formación quiere decir que apuestan por los organistas», indica Díez, quien asegura que la liturgia «gana mucho» con la aportación musical de este instrumento.

Entre las coincidencias de los tres músicos se encuentra la de la recuperación del organista profesional para que el órgano vuelva a sonar en todas las iglesias. Para ello aplauden iniciativas como el ciclo de conciertos de Covadonga, la semana de música religiosa de Avilés y, especialmente, el festival de órgano de Cajastur, que lleva celebrándose 23 años. Del mismo modo, consideran esencial la labor de la Fundación Masaveu, haciendo posible la restauración de «órganos importantísimos».