Los perros ovetenses ya tienen lugar donde quedar para tomar algo. La cantina de la antigua estación de La Manjoya, reconvertida ahora en un aula de la naturaleza, ofrece a los caminantes que hacen un alto en el camino para tomar un refrigerio un cuenco con agua para sus amigos de cuatro patas. Así, en el establecimiento, las mascotas y sus dueños comparten consumición. Sin quererlo, Roberto Hartasánchez, presidente del Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS), ha montado el primer bar para perros de la ciudad.

El FAPAS, en colaboración con el Ayuntamiento de Oviedo, ha rehabilitado la antigua estación de tren de la localidad para convertirla en un aula de la naturaleza, con sala de lectura y chigre. Este último espacio no estaba concebido en principio para servir agua a los perros de la senda. Tal y como explica Roberto Hartasánchez: «La iniciativa surgió sobre la marcha». Al parecer, los canes que pasean por el lugar colmaban su sed en una fuente cercana al apeadero. «Hace unos días surgió un problema. Un perrín estaba bebiendo de la fuente y una mujer les llamó la atención a sus dueños. Dijo que cómo iba a beber ella de la fuente si antes había estado allí un perro», explica Hartasánchez.

Para que «altercados» como aquél no volviesen a suceder, el presidente del FAPAS decidió entonces equipar el bar con unos simpáticos bebederos para los perros. «No es sólo para los clientes de la cafetería, cualquiera puede venir para que su mascota beba agua. De momento cerveza no les servimos, pero todo se puede estudiar...», bromea Roberto Hartasánchez.

La perrita «Mopi», de 3 años, ha sido una de las primeras clientas de esta peculiar cantina. «Ella es muy especial para beber y, aunque tenga sed, es capaz de pasar hasta que llega a casa», explica su dueña, Ángeles Pérez. Sin embargo, el coqueto bebedero del FAPAS, decorado con la foto de un perrín que dice: «Aquí bebo yo», sedujo a «Mopi». Ayer bebió del cuenco en la cantina hasta saciar su sed mientras su dueña y dos familiares, Asunción Rodríguez y Carolina Pérez, tomaban un refrigerio en la terraza del bar. «No es habitual encontrar sitios así, donde se preocupen por tu perro, demuestra gran sensibilidad», coinciden las mujeres.

El bebedero en cuestión es tan atractivo que a algún fumador ya se le ha ocurrido también hacer uso de él depositando la colilla en su interior. Roberto Hartasánchez también ha buscado una solución para poner coto a esta desafortunada práctica rodeando el bebedero canino de ceniceros.