Desde el misma corazón de Europa, el grupo de danza folclórica "Zespol Tanca Ludowego Ostroleka" de Polonia llegó ayer a Gijón después de 15 años de su anterior visita. "Aquí la gente es muy sonriente y simpática", confiesan los directores Alina Chalinska, Jerzy Bialbrzewski y Joanna Niska. "El mismo día que llegamos fuimos a bailar a una plaza y nos pusimos a interpretar 'Clavelitos' y 'Cielito lindo' y la gente nos acompañó cantando", cuenta Alina Chalinska.

Con sólo 34 de las más de 100 personas que componen el grupo , los polacos mostraron ayer por la noche en el escenario de la plaza Mayor las danzas de la región de Lublin y Kurpie. Interpretaron composiciones muy típicas de la zona de "Kurpie Zielone" (el bosque verde). "En estos bailes se realizan muchos giros", explica la directora de organización, Chalinska. Sus trajes, propios de la región de Kurpie, "están compuestos por una falda y un chaleco para las mujeres; y los hombres llevan un abrigo grande con un cinturón", señala Joanna Niska, directora de música. "Todos llevan botas y un sombrero", añade. A pesar de considerar que su cultura y la española son muy diferentes, "los festivales son una experiencia muy buena. Desde hace años conocemos una formación folclórica de Zaragoza y con ellos hemos compartido muchas cosas", asegura Chalinska.

Representando a Castilla y La Mancha desde Albacete, el festival folclórico también tuvo ayer su toque nacional. "Ya hemos estado más veces en Asturias. He de decir que me encanta este clima", confiesa Alberto Montesinos, director del Grupo de folclore "Abuela Santa Ana" de Albacete, que acude al evento con 30 personas de las 40 que lo componen. "Esta agrupación es muy abierta, no tiene fronteras. Por eso tenemos a gente de todas las edades y que realiza un buen trabajo", explica Montesinos.

Con el objetivo de "mostrar la forma de vida de nuestra tierra y nuestros antepasados", el grupo de baile ejecutó en el escenario "un repertorio de lo más representativo". Los bailarines interpretaron jotas, fandangos y seguidillas manchegas, vestidos con trajes artesanales y tejidos de época. Los hombres lucieron zaragüelles, calzones anchos con muchos pliegues; y las mujeres, faldas con enaguas con refajos de lana. "En estos festivales hay mucho contacto. Recuerdo que en uno, un grupo de hispanoamérica quiso aprender una de nuestras danzas porque le recordaba mucho a una que se había perdido en su país", cuenta el director.

Desde Sudamérica y repitiendo por segundo día, el Gran Ballet Argentino subió al escenario y mostró a los gijoneses una danza muy elegante propia de la región de La Pampa, además de un "pericón" (baile en grupo con pañuelos), y un tango. "Cada pareja luce una vestimenta diferente de 1840, además de otros trajes", explica Alejandro Tapia, su director.

El Grupo folclórico "Trebeyu" y el Grupo folclórico "Los Collacios" jugaron en casa y pusieron el toque asturiano al Festival Folclórico Internacional de Gijón, que otro año más se despidió entre ritmos y pasos de diferentes culturas. Un mestizaje que no suena nada mal.