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Una leyenda que puede con todo

El concierto de Sabina en el patio de la Laboral fue la confirmación de que, aunque deba dosificar la voz con algunas pausas, el personaje brilla con luz propia en Asturias, lo mismo que sus canciones

Una leyenda que puede con todo

No era difícil prever el éxito del concierto de Joaquín Sabina. Gijón tiene auténtica devoción por este músico; desde hace décadas sus conciertos llenan recintos en la ciudad y, cuando tiene algún patinazo (como el concierto cancelado en 2005), se asume con resignación como seña de autenticidad y compromiso con la vida canalla a la que canta en sus canciones. Sabina puede con todo: con los altibajos en directo, con las limitaciones de su voz y con los parones creativos que le hacen estar años sin publicar material nuevo. Nada le pasa factura, y eso sólo se explica cuando la leyenda ha adquirido más peso que el músico.

El jienense se plantó en Gijón el pasado miércoles con su gira "Lo niego todo" (2017). Salió al escenario en loor de multitudes y comenzó con el tema que da título a su último disco, marcando el aire nostálgico del concierto tanto en la letra de la canción como en el montaje fotográfico que se proyectó en las pantallas. La autorreferencialidad propia de la construcción de mitos también estuvo presente en el segundo tema "Quien más, quien menos", así como en las historias que el cantante intercaló entre canción y canción a lo largo del recital: su paso por el Londres de los setenta, su participación en "La Mandrágora", etc. Cada recuerdo (Javier Krahe, Chavela Vargas) iba seguido de aplausos del público y ponía una piedra más en su condición de leyenda viva.

Empezó lento. La primera fue una balada, la segunda un vals calmado; después, el aire de ranchera de "Postdata" y el reggae de "Qué estoy haciendo aquí" tampoco lograron dar fuerza al concierto. El cambio de tercio lo dio, de forma sorprendente, con "Lágrimas de mármol", donde la banda desplegó todo su poderío roquero, y continuó con la colaboración de Jaime Asúa (guitarrista del mítico grupo "Alarma", que contaba con Manolo Tena como líder) en "Las noches de domingo acaban mal".

Sabina está en plena gira y tiene que dosificar su voz; unas cuerdas vocales tan maltratadas no se contentan con el apoyo de los coros, también necesitan pausas. Asúa entonó partes de los temas más roqueros, Mara Barros tomó la alternativa interpretando "Hace tiempo que no" (tema de su disco en solitario) e impactó con la copla "Y, sin embargo, te quiero", Pancho Varona se ocupó de "La del pirata cojo" y, casi al final, Antonio García de Diego hizo lo propio con "Tan joven, tan viejo". Mención especial merece la nómina de músicos que acompaña al de Úbeda, un conjunto bien seleccionado que construye un entramado musical perfecto para que todo discurra con fluidez. También el equipo encargado del sonido, que supo burlar los rebotes del recinto de piedra. La recta final fue un discurrir de canciones clásicas en el repertorio de Sabina: "Y sin embargo", "Ruido", "Por el bulevar de los sueños rotos", "Peces de ciudad", "19 días y 500 noches"? una descarga de nostalgia que hizo las delicias de los presentes y que cerró en los bises con "Contigo" y "Pastillas para no soñar". Sabina triunfó una vez más en Gijón y, cuando quiera volver, volverá a triunfar; es lo que tiene ser leyenda, aunque su voz se apague, sus canciones y su personaje brillan con luz propia.

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