«Mi marido, Alejandro, empezó en el mundo del karting con 8 años. Su padre era muy aficionado. Fue en la época de Fernando Alonso, de Óscar Palacio y de todos estos chavales. Yo empecé un poco más tarde. Tenía como 18 años. También por afición de mi padre y de mi tío, que tienen una carpintería en La Roda. Yo soy prima de Bruno Méndez, el piloto».

«Alejandro llegó a hacer varios campeonatos de España y estuvo muchos años ahí hasta que, económicamente, ya sabes cómo es esto. El siguiente paso es saltar al mundo del automovilismo y eso son palabras mayores. En el 2003 yo fui campeona de Asturias y de Galicia en categoría mixta. Pero el piloto bueno es él. Llegó a quedar sexto en un campeonato de España».

«Nosotros, la competición en karts siempre nos la tomamos con los pies en la tierra. Aquello era un esfuerzo económico muy importante para las familias. Así que cuando teníamos 25 o 26 años, en 2006, empezamos a plantearnos la posibilidad de hacer un circuito de karting»

«Alejandro trabajaba en el negocio de su familia en Infiesto, una joyería. Yo estudiaba Ingeniería Informática en Gijón y estaba trabajando de profesora. Mientras, íbamos dando forma al proyecto del circuito. Durante ese tiempo, cuatro años, tuvimos un equipo de karting de niños, a los que enseñábamos y con los que íbamos a competiciones. En el verano de 2010 por fin abrimos el Kartódromo de Tapia».

«Las obras duraron un año y antes estuvimos 3 años de trámites. El terreno lo compramos sin saber al 100% que íbamos a poder construir allí el circuito. Buscamos un terreno que creíamos que podría cumplir las características por distancia a la población por el tema de ruido. A nivel de impacto ambiental era más favorable que estuviera al lado de la autovía, como es el caso, para que nos lo autorizaran».

«Después de largos trámites y de estar detrás todo el rato del expediente, lo logramos. Íbamos casi todas las semanas un día a Oviedo a la consejería de turno, donde tocara. Buff, es horrible. Nosotros estuvimos a punto de tirar la toalla, vaya. Cuando empiezas el trámite, ni te saben decir el tiempo que vas a tardar ni qué trámites vas a tener que pasar».

«Lo primero fue un plan especial urbanístico. Y luego una vez que está ese trámite, que duró como un montón de meses, se presenta el proyecto. Y del proyecto pues empiezan a solicitar distintos permisos distintas consejerías. Pero luego, cuando llega a una consejería, puede ser que esa consejería solicite autorización a otra, que igual ya está actuando por otra vía porque se necesita no sé qué. Es el cuento de nunca acabar. Nunca sabes. Lo normal sería que te dijeran: tienes que hacer esto, esto y esto; paso A, paso B, paso C y vamos por este orden. Pero en nuestro caso no fue así. Y no era porque no estuviéramos, encima, asesorados e investigando por nuestra cuenta. No hay una ventanilla, no hay un sitio donde te digan que para hacer esto tienes que hacer esto, esto y esto. Tú empiezas y no sabes cuándo lo puedes terminar. No sabes si en Medio Ambiente te pedirán algo más de Patrimonio o algo más de Aguas, por ponerte un ejemplo. Va todo así de lioso, con lo cual tú no puedes hacer planes. Aparte de que los créditos del banco tampoco los tienes mientras no tengas una licencia».

«Ahora llevamos ya 12 años abiertos. Nos tocó una época fastidiada, cuando la crisis, en 2013 y 2014, pero seguimos adelante y seguimos creciendo, mejorando e invirtiendo. Solemos tener entre 5.000 y 10.000 personas al año. Hay días de verano que pasa muchísima gente por el karting».

«Lo importante es el servicio que hagas, que lo que ofrezcas sea diferente pese a ser el único karting del Occidente. Solo con la gente del Occidente no sería rentable. Viene mucha gente de Oviedo, Gijón o las Cuencas. También de Galicia: de La Coruña, de Ferrol, As Pontes… Ofrecemos buenas instalaciones, buena organización y seriedad. Antes de abrir el karting, anduvimos por Francia y por más sitios de Europa viendo cómo funcionaban. En España en esa época la imagen digamos que no era muy buena, aunque yo creo que ha ido mejorando. La imagen era la del típico circuito turístico con unos karts que son unos hierros, casi una atracción de feria».

«Al Kartódromo no vienen solo los aficionados al automovilismo, aunque con el boom de Fernando Alonso la gente empezó a interesarse más. Es una alternativa más de ocio. Vienen grupos de chicos y chicas, parejas, también muchas familias. En verano funcionamos muy fuerte por el turismo. Tapia cada vez es más conocido y, además, los años de la pandemia fueron los mejores».

«Nosotros ahora estamos preocupados por el proyecto de la mina de oro. Si se aprueba, nosotros vamos a tener la mina de oro a menos de 100 metros, nos pilla pegados, nos rodean. Viendo los trámites medioambientales que tuvimos que pasar nosotros hace 12 años, y que en algunos momentos nos echaron para atrás el proyecto, no te explicas cómo podrían dar de paso la mina. Y además con una mayoría en contra en el concejo y en la comarca. Se me ponen los pelos de punta solo de pensarlo».

«Tapia es un concejo que a nivel turístico suena ya en muchos sitios, donde el surf tiene mucho tirón y donde los pescadores están apostando por la pesca artesanal y sostenible con el nuevo certificado para el pulpo; entonces, ¿vamos a hacer una mina? Dicen que es por los puestos de trabajo. Viendo lo que pasó en otros sitios de Asturias, el trabajo será para unos años. Y además, si falta trabajo pero ves que están pidiendo trabajadores para la construcción en la zona y no los encuentran, ¿para la mina, sí? A mí eso no me cuela. Y, además, lo que sea el personal más cualificado, los ingenieros y demás, pues vendrán de muchos otros sitios y al final lo que quede aquí pues va a ser nada. La verdad es que tiene muy mala pinta y sí, hay mucha gente en contra. La verdad es que da mucho miedo».