Llanes es el concejo vencedor del oriente de Asturias. En una Asturias rural tocada de muerte por su caída demográfica, examinar la cifras del municipio llanisco causa hasta extrañeza. Llanes ha ganado población a lo largo del presente siglo. Está plenamente instalado en la Asturias de la primera velocidad, junto a Oviedo, Gijón y concejos del centro como Siero o Llanera.

Aunque se dejó el 35% de sus vecinos en el tránsito por la segunda mitad de la pasada centuria, en esta a Llanes no le está yendo nada mal en comparación con todos los de su entorno. Diríase, por sus dinámicas económicas y poblacionales, que hasta parece un territorio metropolitano regional trasplantado al ala oriental de Asturias. Tiene 13.611 habitantes, lo que supone un 2,5% más de los vecinos que contaba a comienzos de este siglo XXI. En un contexto de acelerado vaciamiento de los territorios que antaño se dedicaban a la agricultura y la ganadería, el caso de Llanes, reconvertido en un potentísimo monocultivo turístico y que ha ganado empleos y número de empresas en los últimos cinco años, es para celebrar.

En efecto, Llanes parece un municipio del centro de Asturias porque, de alguna manera, ya lo es. Las distancias son lo de menos. El efecto de las segundas residencias, sumado a la mejora de las comunicaciones a través de la autovía del Cantábrico, ha multiplicado los flujos. Ya no es solo una asombrosa costa de mil rincones recortados para veranear a los pies del Cuera, ahora también es un concejo “de diario”, al que se va a pasar el día, a dar un paseo, y donde la segunda residencia de las gentes de Oviedo o Gijón se convierte casi en el hogar habitual. Y no solo de los asturianos. Los vascos, con toda la potencia de su economía, la han colonizado a placer, convirtiéndose en clientes de primera no solo durante las vacaciones estivales, también a la primera oportunidad que tienen de escaparse a disfrutar de esa asombrosa cercanía de la mar y la montaña.

Aunque es en verano cuando la población de Llanes se quintuplica, el acercamiento a través de la autovía a los centros económicos que Llanes tiene al oriente y al occidente está acabando con aquella polarización extrema que había entre los febreros fríos y desérticos, con todos los locales cerrados, y los agostos donde se sudaba la gota gorda porque ya no cabía un alfiler.

Llanes es una potencia turística en Asturias y un objeto de culto para instagramers ansiosos de naturaleza cuqui. Cuenta con 2.306 plazas de hoteles, otras 2.335 de alojamientos de turismo rural y 10.000 entre campings y apartamentos. Y todo vendido. El verano del año pasado, se batieron todos los récords: Asturias entró en la cabeza del turista como la región saludable por excelencia y Llanes apareció casi como un destino necesario. Este verano, con todas las puertas abiertas, se verá qué quedó de todo aquello.

El covid trajo mucho apetito de aire puro y casas con prau. Y si es junto a la playa, mejor. Lo justo para reactivar la construcción en Llanes, aunque la escalada de precios esté refrenando esa apetencia. Pero la tendencia está ahí latente. Llanes, donde el urbanismo generó muchos dolores de cabeza, es el único concejo de Asturias que no tiene plan urbanístico. Quizás en la redacción del nuevo documento se juegue una parte importante de su futuro. De nuevo habrá de enfrentarse a la tensión entre proteger los valores naturales que llenan el concejo cada verano y hacer que corra el dinero.