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Tras el 24-M | La resaca electoral

Se busca a la alcaldesa con raíces asturianas de Cartagena

La regidora popular desaparece del municipio tras el batacazo electoral y da la espalda a sus concejales

Pilar Barreiro. LNE

En una semana clave para el futuro de Murcia, la actual alcaldesa de Cartagena, Pilar Barreiro, está en paradero desconocido. Tras el batacazo electoral del domingo -pasó de 19 a 10 concejales-, a la regidora popular, con raíces familiares en Cangas del Narcea, nadie le ha vuelto a ver el pelo desde el lunes por la mañana, cuando mantuvo una reunión "exprés" con los nueve ediles electos. En ese encuentro, Barreiro dejó claro que no pensaba dimitir, pese a la ingobernabilidad de su municipio. "Yo sigo al servicio de los cartageneros como lo hice en estos últimos veinte años y así seguiré siempre", dijo en una rueda de prensa. Sin embargo, la prima de la esposa del ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de España, José Manuel García-Margallo, ha debido pensárselo mejor y ha decidido viajar hasta Madrid, en busca de respuestas.

Y mientras ella reflexiona, sus compañeros de partido están que se tiran de los pelos. Uno, los que se han quedado fuera de juego, limpian los despachos, y otros, los que siguen, esperan a la "jefa" como agua de mayo. Su preocupación ya no es qué cartera llevarán en los próximos cuatro años, sino si formarán parte del gobierno o no. Lo cierto es que Pilar Barreiro, una enamorada del Principado, no está haciendo mucho por ello. Pero es que aunque lo intentase, no serviría de mucho. De hecho, encontraría más puertas cerradas que abiertas. Sólo Ciudadanos guarda silencio. Por su parte, PSOE, Cartagena Sí Se Puede (la marca blanca de Podemos) y Movimiento Ciudadano están dispuestos a pactar y hacerle la vida imposible a la alcaldesa popular. Tanto, que ya se frotan las manos a la espera de que la propia Barreiro suelte el bastón de mando después de seis mandatos al frente del Consistorio. "Los ciudadanos no quieren que el PP entre en el gobierno, después de años de soberbia y prepotencia en los que no ha habido participación", manifestó recientemente la candidata socialista de Cartagena, Ana Belén Castejón.

Esas críticas las sigue Barreiro a la distancia. Nadie, ni siquiera sus propios compañeros, la espera en el Ayuntamiento hasta el lunes que viene. La actividad municipal está en punto muerto, lo cual contrasta con las jornadas maratonianas vividas durante la campaña. De hecho, no hay casi actos programados para esta semana y hasta la fecha sólo ha dado la cara en una comparecencia pública el edil de Comercio, Mariano García, uno de los que dejan la Corporación. El resto, guarda silencio a la espera de que Pilar Barreiro, también diputada en el Congreso de Murcia, mueva ficha. Eso, si decide moverla, porque algunos de sus compañeros hasta lo dudan.

Lo cierto es que después de veinte años gobernando con mayorías absolutas, su poder se tenía que ver tarde o temprano amenazado. Y en ello ayudó su paso por el banquillo de los acusados. Barreiro, natural de Lugo, aunque orgullosa de sus orígenes asturianos, estuvo en el punto de mira por un presunto delito de prevaricación relacionado con el caso Novo Carthago, de corrupción inmobiliaria. A Barreiro se le acusaba de haber realizado en 2005 una sospechosa recalificación de unos terrenos cercanos al Mar Menor en el municipio de Cartagena por el que se autorizaba el proyecto urbanístico de Novo Carthago (10.000 viviendas) y que afectaba a áreas naturales protegidas no urbanizables. El Tribunal Supremo, sin embargo, retiró la imputación de la regidora popular, aunque no archivó el caso, en el que están implicados unas veintena de personas.

Pero el trajín judicial de Pilar Barreiro no acaba ahí. El juez también la relaciona con la Operación Púnica. El tribunal investiga si la alcaldesa pagó con la tarjeta del Congreso viajes del exregidor José Antonio Alonso. Con todo, hay quien puede pensar que lo mejor que puede hacer Barreiro es darse a la fuga. Ya lo está haciendo, al menos por unos días, antes de que estalle la "guerra" municipal.

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