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ENEDINA GARCÍA FERNÁNDEZ | Cocinera y hostelera

"Toy agradecida: tuve buenos padres, unos hijos con vergüenza y un puestín y dos nietes sanes"

"Fue malo que un gobierno de Franco quitara les escueles cuando les carreteres ya taben echaes y podíase ir onde fuera en coche, porque vació los pueblos"

Enedina García, en la cocina de Casa Modesta. LUISMA MURIAS

Enedina García Fernández (Peñerudes, Morcín, 1944), ahora jubilada, pasó desde los 20 años hasta su jubilación al frente de Casa Modesta, el bar de Pedroveya que recibe al final del desfiladero de Las Xanas. Atesora objetos y escritos cargados de recuerdos una gran narradora de la evolución de la vida en un pueblo pequeño de montaña, a 18 kilómetros de Oviedo.

- ¿Cuándo empezó a guisar?

-Con 15 o 16 años ya ayudaba, porque ya comía alguien por aquí. Fue cuando echaron la carretera al pueblo y había alguno que venía a comer. Taben faciendo la escuela Dosango [Santo Adriano] y subía a lleva-yos la comida a Ganzo y a Amado. Cuando mi pá y mi tíu Manolo facíen la casa del Coxu, Guillermo, llevábamos-yos la comida a La Rebollá, qué contentes a correr arriba y abajo.

- ¿Cuándo se puso al frente de la cocina?

-A los 20 años. Hacía pote, fabes y cabritu, lo que comíamos nosotros, como ahora, no cambié pa nada. Hace veinte años que no ponemos cenas, antes trabajábamos de estrella a estrella, de por la mañana hasta las 12 o la 1.

- ¿Cuándo murió su madre?

-De 86 años, y hasta 85, que estuvo un año na cama, tuvo secando cacharros y pelando patates, pero na cocina ya taba yo. Fue muy amiga de leer. Si faltaba el periódico, faltába-y algo.

- ¿Cuándo conoció a su marido, Luis García García?

-En la escuela.

- ¿Qué pasó para que viera a Luis de otra manera?

-El destino de la vida que ta trazáu d'esa manera. Cuando la vista cambia, pues cambió. Como dicen, el amor todo lo llena y lo paga. Casámonos el 30 de marzo de 1969 en San Antonio de Pedroveya.

- ¿A qué se dedicó?

-Trabajó en la gasolinera de Argame. Entró de peón a trabajar y por ser leal Manolo-y regaló una carterina y un décimo de lotería. Téngolo guardao.

- ¿Cuándo empezó a venir al bar la gente de fuera?

-Tengo clientes de haz cincuenta años. Había grupos de montaña, El Monsacro, el Civilu, de Oviedo y Gijón. Ahora vien mucha gente de fuera. Fuimos el único bar del pueblo veinte años, luego hubo un bar unos años, pero cerró pronto. Aquí no hay casas rurales, pero vien mucho turista igual.

- ¿Hay cambios en el comer?

-Hay mucha gente que sólo come vegetal. Pierden lo bueno de la vida de comer bien. Hay vegetarianos que comen huevos y pues hace-yos un revueltu. Pa los otros siempre tengo bolsines de menestra comprada. Cocino como siempre, y el que no quiera, que aparte un poco y andando. Pa un día que salen, aunque ten a régimen, no engorden.

- ¿Hicieron dinero?

-Sí, hombre, vivimos como otru cualquiera, una casa, un pisu, un coche y un sueldu.

- Tuvieron dos hijos.

-Los críos, válgame Dios, gustábenme pola vida.

- ¿Le hubiera gustado una niña?

-Lo que vino, el casu yera que vinieren sanos. Crielos igual que mi madre a mí, biberón, normal como en todos los sitios. El mi hijo Rubén estudió ingeniero técnico de minas, pero sigue con esto. Diz que pa ganar un duru gánalo en lo d'él. El otru, Luis Ángel, trabaja en Oviedo, en Aqualia, y tien piso allí, pero vien tolos días a ayudar al hermanu al negociu.

- ¿Siempre quiso que estudiaran sus hijos?

-Sí, pa no estudiar valió la madre. Aunque no estudiáramos, educábennos a ser educados, prudentes y respetar a todo el mundo. Ahora estudien, estudien y a veces piérdese un poco el timiellu. Los siete años mientres estudiaben los hijos tuvimos en Oviedo, en un piso, yo, el padre o mi madre, para que no estuvieran solos.

- ¿Cuándo empezó el pueblo a cambiar?

-Hay 45 años, cuando quitaron les escueles, el que tenía hijos marchó pa estudialos. Los míos fueron a la escuela-hogar de Proaza, estaban por semana y subían sábados y domingos. Había mucha gente de todos los pueblos, de Pola Lena, de Grao. Eso fue malo porque ya taben echaes les carreteres y la gente podía desplazase a la mina, a onde fuera, pero sin escuela había que marchar. Esi gobiernu de Franco en eso no lo hizo bien.

- Pero el médico mejoró.

-Sí. Cuando Luis empezó a trabajar ya había Seguridad Social, el médico en Santolaya y yera otra cosa, ya teníes un cochucu. Cuando nos casamos, moto y gracies.

- ¿Se acuerda de cuándo llegó la televisión?

-En el sesenta y algo. Se veía muy mal y tábamos como les ánimes mirando pa ella. A los paisaninos gustába-yos cuando había toros y a media estaferia borrábase. Perdíamos los ojos por velo en blanco y negro.

- ¿Salió algo de aquí?

-Fui de vacaciones con cuatro o cinco amigues una semana, a Benidorm, Alicante, Málaga, Mallorca, Ibiza...

- ¿Qué cree que es lo que más cambió en el mundo desde que usted era una niña?

-Todo. Hay coses muy bien heches. Los ordenadores son buenísimos, pero deberían respetar más: vas tomar nota de la comida y ni te escuchen, tan con la música. Ye una falta de respeto y se puede vivir sin ello, no ye tan importante. Tengo móvil y no lo uso más que si voy a Oviedo.

- ¿Por qué guarda y escribe todo?

-Tengo dos nietes, Amalia y Celia, de 14 y 9 años, de Rubén, y gustaríame que'l día de mañana supieren de dónde descendieren, la familia que tuvimos.

- ¿Qué ha escrito?

-Cómo se llamaba mi güelu, mi bisabuelo, y lo tengo escrito hasta donde veo. Les histories de güelu téngoles grabaes.

- Cuente una.

-Era muy probe y que iba de casa en casa a ver si y daban leche mazao pa comer les fariñes, y a fuerza de pelear y luchar compró y tuvo. Y tengo papeles de cuando mi pa-y daba 400 pesetes al del vino. Eses coses ¿cómo no les vas a guardar si son parte de tu vida? Que no cuenten que ye todo arrogancia.

- ¿Qué tal siente que la ha tratado la vida hasta ahora?

-Toy superagradecida. Tuve unos padres buenos, tengo unos hijos con vergüenza y un puestín de trabajo, dos nietes sanes y buenes nenes, tengo que da-y gracies a Dios de lo que me tuvo preparao, no necesito más. Sufrir algo hay que siempre sufrilo.

- ¿Qué?

-Enfermedades, problemas. Mi padre tuvo un cáncer y lo pasó mal, una persona que quies y darías la vida por ella y andaríes con una chaqueta pol mundu y pediríes porque no tuviera enfermo. No ye que todo fuera color de rosa. Si fuera así, la vida sería demasiado fácil. Algo hay que sufrir para valorar lo que se tien.

- ¿Como es de abuela?

-Consiénto-yos todo lo que puedo, quiero que tengan vergüenza, respeten a los demás y que no digan palabrotas. Delante de mí no les dicen.

- ¿Cuándo durará el bar?

-No le veo fin, los clientes son muy fieles y unos tráenme otros. Ni nos olviden ni nosotros los olvidamos. Y vinieron cuatro mocines de Madrid, debajo l'horro. Fue una satisfacción porque nadie les recomendara. Volvieron al domingo siguiente con los padres. Eran del MIR.

- ¿Que le apetece todavía?

-Tener salud para seguir trabajando lo que pueda para estar aquí. Ver a la gente que quiero.

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