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Polémica tras la muerte de un cicloturista en la Senda del Oso

Rutas llenas de maleza y vallas podridas: "No estamos preparados para el turismo"

Los expertos denuncian el abandono de la red de senderos de la región, a menudo sin mantenimiento por la falta de recursos en los concejos

Exterior del Aula Vital de Yernes y Tameza. M. R.

Carteles raídos y desgastados por el tiempo y los elementos, sendas tomadas por la maleza o los argallos, barandillas de madera podridas, indicativos desaparecidos... El paraíso natural se parece cada vez más a la selva y, salvo raras excepciones, las sendas que se abrieron en la época de vacas gordas están muy abandonadas. "Muchos ayuntamientos quisieron abrir una oferta turística y no pueden mantenerla por falta de fondos", asegura el experto Francisco Javier Chao, autor de varios libros sobre senderismo en Asturias. La muerte del cicloturista segoviano Julio Martín el pasado fin de semana al caer desde la Senda del Oso ha puesto sobre el tapete el abandono de una ruta visitada anualmente por decenas de miles de turistas. "No estamos preparados para el turismo", cree Juan Rionda, presidente de la Federación de Montaña.

Las nevadas del pasado octubre fueron devastadoras para las sendas asturianas, que quedaron especialmente maltrechas, y sobre las que cayó luego el crudo invierno. La ruta de las Xanas, una de las más populares de la región, estuvo cerrada un mes debido a un argallo. Otro en la Senda del Oso, cerca del lugar donde se mató el turista segoviano, estuvo no fue retirado hasta la Semana Santa, pero no se repusieron las barandillas de seguridad justo en el punto de más caída sobre la carretera del Puerto de Ventana (AS-228).

Para Francisco Javier Chao, la del Oso ejemplifica el estado de abandono. "Hay un problema de financiación. Los ayuntamientos tienen problemas, pero también hay cierta dejadez. Bastaría solo con desbrozar las sendas. Y el problema de los paneles y la señalización es que necesitan rehabilitación cada pocos años", estimó. En el caso de la Senda del Oso, "si hay tramos peligrosos, se deberían haber cerrado, dejarlos abiertos fue una imprudencia".

El Camino de Santiago, a través de la Sierra de la Palanca, en Cudillero -donde se accidentó un peregrino el pasado agosto-, "está intransitable", según Víctor Manuel Fernández, vicepresidente del Grupo de Montaña La Chiruca de Soto de Luiña. Otra senda de esa zona, la que une Cadavedo con el cabo Busto, en Valdés, "también estaba muy mal". Para este senderista, "la mayor parte de las rutas están tomadas por la maleza, con la señalización por los suelos".

En Oviedo, la senda a Las Caldas, por la que caminan, corren o circulan en bicicleta decenas de personas a diario, presenta en algunos puntos un estado calamitoso: las lluvias torrenciales de "Klaus", el pasado enero, dejaron un gran socavón cerca de la antigua estación de La Manjoya, y hay tramos que amenazan derrumbe. Tras el accidente de Proaza, concejos como el de Llanes se han puesto a trabajar para acondicionar su senda costera.

Si están así las sendas más visitadas, ¿cómo estarán las que solo frecuentan montañeros avezados? Juan Rionda cuantifica en 5.000 los kilómetros de rutas homologadas en Asturias, es decir, aquellas que deberían estar abiertas y señalizadas. Sin embargo, "se van dejando abandonadas, los caminos se van cerrando. Hemos tenido que recordar a las entidades promotoras, ayuntamientos y Principado, que son quienes tienen que mantenerlas, que hay que deshomologar algunas rutas, porque la gente va a ellas y se pierde, y esas confusiones llevan a accidentes", indica Rionda. "Ayuntamientos como los de los Oscos se preocupan por sus sendas. Otros, que me callo, pasan olímpicamente. Hace tres años insistimos en que había que reseñalizar las rutas de los parques nacionales, los indicativos tenían ya veinte años. El año pasado se reseñalizó Redes. Pero Asturias se viene abajo, no hay infraestructuras en condiciones y no estamos preparados para recibir al turismo", sentencia.

La situación en más sangrante por lo que respecta a las rutas verdes sobre cajas de ferrocarril, que no son obligación directa del Principado, sino de los ayuntamientos. "Turismo debería implicarse en el cuidado de esos lugares que atraen a miles de turistas, que se quedan en casas rurales y que dejan mucho dinero. Son gente que quizá no sean deportistas, pero que quieren disfrutar de la naturaleza, en condiciones seguras. O tomamos cartas en el asunto o perdemos lo poco que tenemos de turismo natural", opinó Rionda, harto de "clamar en el desierto".

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