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Otra oportunidad para los molinos

Participantes en unas jornadas sobre ruralidad recuperaron y repararon dos ingenios hidráulicos en Ibias, uno de ellos cubierto por zarzas y maleza

Obras en el molino de Villarmeirín. FOTO CEDIDA POR ANA LÓPEZ

Uno de los momentos más emocionantes durante las labores de limpieza y recuperación de uno de los viejos molinos de Villardecendias, al borde mismo casi de la carretera, fue cuando empezó a verse su tejado de pizarra tal cual si emergiera de un mar de zarzas y maleza gracias al trabajo conjunto de los cerca de 40 participantes en las jornadas "Welcome to the Rural", organizadas hace unas semanas en Trabáu (Degaña) y los pueblos de Villarmeirín, Villardecendias y Sisterna (Ibias), por Quei Vitorino, El Rincón Cunqueiru y Outurelos Miel de Ibias.

Además de abordar durante dos días diferentes aspectos relacionados con el mundo rural en distintas mesas de trabajo, y disfrutar de la gastronomía de la zona, la actividad de reparación y recuperación de dos molinos fue de lo más satisfactorio tanto para sus participantes como para los dueños. En el caso del molino de Villarmeirín, propiedad de Santiago Chacón, el trabajo consistió en la reparación del banzáu. Matizó él que el suyo "ha molido siempre y lo sigue haciendo cada año. A mi padre le gustaban mucho las papas, que otros dicen fariñas, y seguimos moliendo maíz. También molemos trigo y con él hacemos unos panes y unas empanadas que no tienen comparación con lo que veis por ahí", afirma este hombre no sin emoción, y añade: "Este molino siempre ha estado vivo. Yo soy de las personas que creen que aquello que les costó tanto hacer a nuestros padres tenemos que luchar por mantenerlo".

Mientras tanto y en Villardecendias lo que parecía imposible, es decir, rescatar de entre una espesa maleza otro molino literalmente "tragado" por la naturaleza, se hizo posible en poco más de dos horas gracias a las ganas y al esfuerzo que le pusieron estas 40 personas sabiamente dirigidas por Víctor García, de Quei Vitorino. Emocionado estaba también su dueño, Rodolfo Suárez Rodríguez, quien compró recientemente una casa en su pueblo natal y a la que pertenece el molino, bautizado in situ como el molín de Rusil. El hombre afirmó que "está muy deteriorado, pero poco a poco lo rehabilitaré. Al hacer la carretera se quedó sin la presa, pero espero poder solucionarlo y que un día vuelva a moler", señala este hombre que quiere, igualmente, "mostrar el molino a la gente que venga por aquí, contar su historia, no sé, mantenerlo vivo de alguna forma y hoy, entre todos, ya dimos el primer paso para lograrlo. Estoy muy agradecido por ello".

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